La mochila arhuaca tejida en lana de ovejo, generalmente lleva figuras geométricas, dibujos o representaciones indígenas de animales y otros objetos de la cosmogonía, la cosmovisión y la cotidianidad de esta comunidad, y simboliza al departamento del Cesar en el mundo.
Desde 1960 es una prenda que salió del ámbito geográfico arhuaco y penetró las grandes ciudades colombianas. En 2013, ‘Mochilas Arhuacas’, se convirtió oficialmente en marca registrada y se inició el trámite para que la artesanía goce de denominación de origen.
En el corregimiento de Atánquez, a partir del fique, los indígenas kankuamos también producen mochilas, chinchorros, tapetes y adornos que hacen parte de las riquezas artesanales del norte del Cesar.
Pero además de las etnias, están las tradiciones de la población negroide que fabrica canastos y esteras de palma. Alrededor de la música y la cultura vallenata igualmente giran los atractivos artesanales de la ciudad de ‘Los Santos Reyes’ como se le conoce a esta capital.
En el sector conocido como ‘Calle Grande’, en plena zona céntrica, decenas de artesanos exponen y comercializan sus productos tales como las ya mencionadas mochilas, esteras y canastos; pero también sombreros, collares, pequeñas réplicas de los monumentos, de caja, guacharaca y acordeón, vestuarios y otros donde se conjugan las tradiciones, la creatividad y el emprendimiento, otro modelo de la economía naranja que se dinamiza en estas expresiones. En el lugar hay espacio para que los artistas plasmen en pinturas las tradiciones y costumbres de esta tierra; las obras constituyen otra de las expectativas comerciales en esta capital.
En torno a las artesanías, Valledupar ha diversificado su economía abriendo nuevas perspectivas distintas a la vocación agrícola. Los artesanos en su gran mayoría pertenecen a los estratos 1, 2 y 3 de este municipio.
FESTIVAL, UNA VITRINA.
Procedentes de diferentes regiones del país llegan a Valledupar cientos de artesanos, teniendo como la mejor ‘vitrina’ para mostrar sus creaciones, el Festival de la Leyenda Vallenata.
Unos se ubican en los alrededores de la emblemática plaza Alfonso López, otros en ferias y locales comerciales.
Los miles de turistas que también arriban a esta capital atraídos por la magia de la caja, guacharaca y acordeón; de los versos y canciones, y de los espectáculos musicales que se viven con ocasión del certamen, sumados a los lugareños, se convierten en potenciales clientes para adquirir las artesanías.
Mochilas, sombreros, hamacas, manillas, collares y artículos en cuero, son entre otros los artículos que se muestran en las calles céntricas de la ciudad y de los establecimientos, siendo un atractivo más de los muchos que tiene Valledupar.
Luis Rodríguez es uno de estos artesanos, lleva 25 años en la actividad y sus productos son hechos a mano a base de cuero, resina, conchas naturales y metales. 'Tratamos de estar en los diferentes eventos folclóricos de la región para exponer nuestros productos', dijo.
Los sombreros vueltiaos son los artículos de mayor demanda durante el Festival, son elaborados con caña flecha y pueden tener un costo de entre $50.000 y $80.000; las hamacas tejidas son vendidas por esos días hasta en $200.000 y las mochilas entre $120.000 y $180.000 dependiendo el tejido; especialmente las de la etnia arhuaca.
El artesano Siolis Escandón Beltrán, estuvo este año en Valledupar para los días del Festival, llegó de Sampués, Sucre, y señaló que 'venimos con sombreros, bolsos, abarcas, todo hecho en caña flecha. Tenemos una especie de calendario sobre las diferentes festividades y nos movemos hacia donde están'.