Cientos de fieles llegan desde diferentes regiones del país para vivir el fervor de la Semana Santa en Valencia de Jesús, el pueblo con mayor arraigo religioso en el Cesar, ubicado al suroccidente de Valledupar. La localidad no solo conserva las tradiciones y rituales en la celebración de esta temporada, sino que cuenta con una iglesia colonial, considerada joya arquitectónica elevada a patrimonio nacional del país.
En Valencia de Jesús está la Hermandad de Los Nazarenos que nació en 1760. Empezó con 24 miembros, que tenía cada uno su puesto asignado en la procesión. A partir de 1925 admitieron 12 miembros más, para llegar a 36, con el objeto de relevarse en el paso del Nazareno. Después, en 1933 dieron vía libre para que ingresaran todos los varones y crearon la figura del aspirante, que remplazaba al hermano que moría o se retiraba. Hoy son más de 300 los integrantes de esta congregación.
Son 259 años de historia que tiene la hermandad Los Nazarenos en este corregimiento. Es la comunidad religiosa más antigua del Cesar y se encarga de conservar la tradición de fe y devoción en esta población, que cada año se convierte en centro de romería de los fieles.
Los antecedentes de esta marcada devoción se remontan a la existencia de una mujer española bastante adinerada llamada Cacilda, que se radicó en esta localidad, quien emprendía todos los años un viaje a lomo de mula, tomando camino por la Sierra Nevada de Santa Marta hasta llegar a Río Frío, en la zona bananera, de donde seguía hasta Santa Marta, para estar el Jueves Santo en la capilla San Francisco, donde conservan la imagen del Nazareno.
Para la época se le atribuían muchos milagros al Nazareno. Cuando Cacilda estaba entrada en años y no podía realizar la travesía, como tenía mucho dinero, porque sus esclavos explotaban esmeralda y oro en las minas de Garupal e Iracal, con sus propios recursos mandó a construir la iglesia en Valencia para el culto del Nazareno y María Inmaculada, imágenes que mandó a tallar y las donó a la comunidad. 'Ahí comenzó a forjarse esta devoción, siguiendo con la tradición', cuenta uno de los más veteranos de la hermandad.
La tradición de los penitentes
Los penitentes caminan descalzos y forrados con túnicas negras, bajo el inclemente sol de mediodía del Jueves Santo por las calles de Valencia de Jesús. Se trata de una de las tradiciones de fe más arraigadas de la población en la que los participantes pagan promesas cumplidas a Jesús de Nazaret.
Los miembros de la hermandad de los Nazarenos y particulares que hacen peticiones y cumplen penitencias por las promesas que les fueron cumplidas, salen del templo para hacer el recorrido de un kilómetro con ocho estaciones en el pueblo. Durante el trayecto, algunos cargando postes de madera, dan gracias por los milagros recibidos.
Sobre el pavimento caliente por la fuerte temperatura que generalmente se registra para esta temporada en el pueblo, los penitentes caminan sin calzado, haciendo estaciones en las que se arrodillan para orar, siguiendo luego la procesión hasta retornar a la iglesia. Lo vivido cada Jueves Santo, así lo evidencia; sin embargo, algunos no aguantan y deben ser retirados del recorrido.
Nazarenos precisan que entre los favores por los que se pagan estas mandas figuran la cura de enfermedades, superación de dificultades en el hogar y problemas económicos.
'También celebramos la pasión, muerte y resurrección de Jesús, además de las eucaristías. Realizamos la procesión que representa la muerte y el sermón de las siete palabras, todo se hace con imágenes sagradas que son cargadas en hombros', dijo un miembro de la comunidad.
Luis Felipe Vega es uno de los penitentes en Valencia de Jesús, dice que permanece a la congregación de Los Nazarenos desde hace 26 años, cuando su padre lo ofreció apenas siendo un niño. 'La procesión inicia a las 12 del medio día desde la iglesia, dándole la vuelta al centro del pueblo hasta regresar al templo. A pie descalzo y con túnicas negras se paga la manda por favores concedidos'.
Hasta hace unas tres décadas los penitentes dejaron de flagelarse, Teófilo Ruiz y Américo Rosado fueron de los últimos en hacerlo. Se pegaban en la espalda con un látigo de cuero maduro.
En Valencia de Jesús instalan una representación del Monte del Calvario –que es el sitio de encuentro–para celebrar la resurrección de Jesucristo.