En los años 70 el algodón del Cesar llegó a ser el gran músculo que movía la producción económica en toda la Costa Caribe.
Ejércitos de personas procedentes de todos los rincones de la región, e incluso del interior del país, llegaban al departamento en flotas de buses expresamente contratados para transportar a los trabajadores que llegaban a la recolección de la mota.
Sin embargo, cinco décadas después, el considerado producto más importante en el Cesar se ha reducido a su mínima expresión.
De las 125 mil hectáreas que se sembraron en este departamento en 1978, en la última cosecha solo se cultivaron 230.
Factores como la sequía del fenómeno de El Niño, la apertura económica, las plagas, el recrudecimiento de la violencia y la aparición de cultivos ilegales a pocos kilómetros de las zonas productoras, como Codazzi, en la serranía del Perijá, dieron al traste con el otrora ‘oro blanco’ en este territorio.
La caída del algodón provocó una gran crisis en el sector agrícola del Cesar, pero el cese de una actividad que generó bonanza económica se constituyó en un periodo de transición para darle paso a dos nuevas alternativas, manteniendo, a pesar de las dificultades, la vocación productiva en el campo: se trata de la palma de aceite y el cacao, que junto a la ganadería consolidan sus potencialidades, aun en medio de la pandemia.