Dos fusiles cruzados en medio de dos montañas hacen parte de la imagen que acompaña el mensaje que le enviaron a Cristian Ruidíaz, mediante el cual ‘fuerzas oscuras’ lo han declarado 'objetivo militar'.
Fechado el 1o. de mayo de 2021, un grupo de autodefensas que se hace llamar Conquistadores de la Sierra Nevada, advierte en once líneas que no descansarán hasta dar con el paradero de quien para ellos es un 'opositor político enemigo de su organización'.
Cristian es arhuaco
Después de un secuestro de ocho horas por parte del mismo grupo paramilitar, Cristian se marchó de su territorio para evitar que la muerte le llegara a su casa. Su ‘pecado’ fue denunciar los atropellos que venían cometiendo contra su comunidad y oponerse al 'nuevo orden' que desde el 2019, esos grupos armados tratan de imponer por medio de uniformes, fusiles y ataques sistemáticos a la sociedad civil.
La tierra que tanta falta le hace y de la que tuvo que huir es de un corregimiento situado entre el piedemonte de la Sierra Nevada de Santa Marta y el Valle del Río Cesar; una zona constante de enfrentamientos y control territorial de grupos armados como las disidencias de las FARC, ELN, Autodefensas (AUC) y narcotraficantes.
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Cristian Ruidíaz tiene 30 años, más de la mitad de ellos vividos entre montañas, nacederos de agua y animales de ‘monte’. Hijo de campesinos, también es víctima del conflicto armado y desplazado de su tierra siendo un niño. Lleva casi una década dedicado a la defensa de los derechos ancestrales de su etnia arhuaca. Inquieto por entender la radiografía de su región, ha participado, además, en procesos enfocados en restitución de tierras y brindando asesorías a personas que, así como él, quedaron de brazos cruzados en medio de una guerra que les ha quitado hasta la esperanza.
Liderazgo social
A través de un trabajo colectivo con distintos líderes comunitarios, ha apostado por mejorar las condiciones de vida de las comunidades vulnerables del norte del Cesar: arreglo de vías, construcción de viviendas y orientador de proyectos de electrificación rural, son algunas de las necesidades en las que venía trabajando antes de recibir amenazas de muerte.
Actualmente se define como líder social perteneciente al movimiento de centro-izquierda Colombia Humana. Asegura que 'desde el año 2020 su vida está en peligro, así como la de sus familiares y compañeros campesinos, también líderes sociales', de quienes prefiere no dar detalles por temor a represalias contra ellos.
'Lo que estoy viviendo es una verdadera tortura, pues a lo largo de los años he sufrido una persecución por parte del lado oscuro del Estado colombiano', cuenta entre la desconfianza y la incertidumbre de saber en que terminará su situación, pues a la fecha no cuenta con ninguna medida de protección por parte del Gobierno Nacional.
Y no es para menos, la ONU ha reiterado en más de un informe reciente que Colombia es el país de Latinoamérica donde más defensores de derechos humanos son asesinados. Precisamente es en la zona norte del país, en el que campesinos, defensores de derechos humanos y excombatientes de las Farc, denuncian que en los últimos meses se han incrementado las amenazas de muerte a través de panfletos y llamadas telefónicas intimidantes.
Van 103 líderes sociales asesinados en 2021
De acuerdo con el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), en lo que va del 2021 han sido asesinados 103 líderes sociales en Colombia, muertes que en su mayoría quedan en la impunidad y muchas otras no son reconocidas por el mismo Estado colombiano.
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La cifra no deja de ser escabrosa cuando los números aumentan en cuestión de horas. Un promedio de 13 asesinatos de líderes sociales al mes es parte del horror que relata la organización colombiana ‘Hacemos Memoria’.
'Números que dan cuenta de un patrón histórico y cíclico de violencia contra quienes trabajan por la comunidad y defienden los derechos mínimos para vivir en este país, pero que no alcanzan a dimensionar el daño estructural en cientos de colombianos que muchas veces ven en el autoexterminio la única salida ante tanta barbarie', señala la organización colombiana.
Pese a los tropiezos, Cristian tiene claro que su lucha sigue siendo colectiva y que, ante los riesgos y las frustraciones del fracaso de la resistencia, seguirá apostando desde donde esté, por la llegada de un futuro mejor.