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La historia de vida de Víctor Julio Roqueme Quiñones, quien se convirtió en el alcalde más joven de este cuatrienio en el Cesar; no fue tan fácil para él ni para su familia. A su corta edad no solo tuvo que lidiar con la enfermedad que acabó con su vida sino que además estuvo secuestrado por 33 días, desde el 28 de septiembre hasta el 2 de noviembre de 2017, cuando recién cumplía 20 años y era estudiante universitario de la carrera de ingeniería civil, en la Universidad Norte de Santander. 

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El día del plagio, Roqueme Quiñones, se desplazaba vial Occidental, a la altura de la entrada de El Carmen de Tonchalá, corregimiento de Cúcuta.   Ahí sujetos armados lo interceptaron y llevaron con rumbo desconocido.  

No pasaron muchas horas cuando la noticia de su secuestro ya era conocida y desde ese momento sus familiares y amigos iniciaron una campaña para su liberación, realizaron marchas pacíficas, al mismo tiempo que la Policía Nacional y el Gaula Militar, hacían labores de búsqueda e inteligencia para dar con su paradero. También en ese entonces ofrecieron 50 millones de pesos por información de su ubicación. 

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Fue así como el 2 de noviembre de 2017, mediante fuentes humanas y labores de inteligencia que duraron varios días, las autoridades en Cúcuta lograron conocer la ubicación exacta donde permanecía Víctor Julio Roqueme. 

Personal uniformado del Gaula tanto de la Policía como del Ejército, se trasladaron  hasta la vereda Buena Esperanza del corregimiento de Oripaya,  en el municipio de Puerto Santander, llegando hasta un sector boscoso en donde encadenado a una vivienda artesanal se encontraba el joven universitario, que años después se convirtió en alcalde de Aguachica, a pesar de tener quebrantos de salud debido a una Leucemia, la cual era tratada por médicos especialistas

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Posterior a su liberación, Roqueme, o ‘Junior’ como era conocido cariñosamente ya que llevaba el mismo nombre de su padre; fue trasladado hasta las instalaciones de la Brigada 30 del Ejército Nacional en donde se reencontró con sus familiares en medio del júbilo y la alegría

Para ese entonces, contó en diferentes medios de comunicación, “Inicialmente los que me secuestraron se identificaron como agentes del CTI,  pero después por todo el armamento me di cuenta que no eran de esa entidad, me llevaron a esa casa siempre con la cara tapada y allí me decían que si intentaba escaparme me iban a matar, comía muy poco y afortunadamente el trato fue bueno, pero es muy duro por que aguanté hambre y frío, durante unos días estaba muy mareado y no sé si era que me estaban dando algo para mantenerme calmado y quieto. Agradezco a las autoridades por haberme rescatado'. 

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Luego de nefasto episodio continuó con sus estudios universitarios hasta graduarse como ingeniero civil.