Imagine despertar, desayunar, trabajar, dormir... y repetir exactamente la misma rutina durante casi dos meses solo para completar un día. No se trata de una jornada laboral particularmente intensa ni de un bucle temporal sacado de la ciencia ficción. Se trata de la realidad en Venus.
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Así lo reveló recientemente la NASA en un informe que, más allá de los datos astronómicos, parece querer poner en jaque nuestra comprensión del tiempo. Y es que, mientras en la Tierra muchos sienten que 24 horas no alcanzan, en Venus un día equivale a unas impresionantes 5.832 horas. Dicho de otra forma: 243 días terrestres.
¿Por qué sucede esto? La respuesta está en la rotación de los planetas. La duración de un día depende del tiempo que tarda un planeta en girar sobre su propio eje, completando una vuelta completa. Ese mismo giro que en la Tierra permite distinguir entre el día y la noche, en otros rincones del sistema solar se manifiesta con una lentitud o velocidad que rompe cualquier lógica terrenal.
Y si se quiere entender la magnitud del asunto, el mejor punto de partida es el hogar: nuestro planeta. Aunque popularmente se dice que un día dura 24 horas, la afirmación no es del todo exacta.
De acuerdo con la NASA, ese tiempo corresponde al llamado “día solar”, es decir, el tiempo que el Sol tarda en volver a aparecer en el mismo punto del cielo. No obstante, existe una medición aún más precisa: el día sideral, que dura aproximadamente 23 horas y 56 minutos. La diferencia se debe al movimiento de traslación de la Tierra, que no gira en círculo perfecto, sino en una órbita elíptica.
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Volviendo al espacio exterior, resulta que Venus no es el único planeta con una relación peculiar con el tiempo. Mercurio, por ejemplo, completa un día en 1.408 horas, el equivalente a 58 días y 6 horas terrestres. En ese escenario, los amaneceres serían eventos casi ceremoniales y las noches, maratones eternas.
En cambio, los gigantes gaseosos se caracterizan por tener días fugaces. Júpiter, el planeta más grande del sistema solar, tarda apenas 10 horas en completar una rotación. Saturno le sigue con 11 horas, mientras que Urano y Neptuno rotan en 17 y 16 horas respectivamente. A pesar de su tamaño descomunal, sus días pasan como un suspiro.
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Y en medio de estos extremos aparece Marte, con una rotación de aproximadamente 25 horas. Este dato ha hecho que los científicos lo consideren uno de los planetas más “familiares” para los humanos, al menos en términos temporales. La duración de sus días, sumada a otras características geológicas, lo ha convertido en el principal candidato para una futura colonización.
Sin embargo, más allá de la fascinación por los números, estos datos también invitan a reflexionar sobre lo que entendemos por tiempo. ¿Cómo se organizaría una sociedad en un planeta donde un solo día equivale a 243 de los nuestros? ¿Cómo se distribuirían las jornadas laborales, el descanso, las estaciones, las celebraciones? ¿Se ajustaría el reloj biológico humano a esas condiciones?
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Estas preguntas no son meramente teóricas. Con los avances tecnológicos y la exploración espacial cada vez más ambiciosa, pensar en la vida en otros planetas ya no es una fantasía. La noción de tiempo —esa que aquí en la Tierra rige cada aspecto de nuestras vidas— sería uno de los primeros retos a replantear.
Por ahora, lo cierto es que nuestro planeta sigue ofreciéndonos días de 24 horas (más o menos), donde el sol se oculta y vuelve a salir sin hacernos esperar siglos. Pero si alguna vez se ha sentido abrumado por la velocidad de las horas, tal vez le consuele saber que, en otros mundos, el tiempo se mueve con un ritmo muy distinto.