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Hace casi 25 años Adela Muñoz, química y profesora española, se planteó una pregunta: '¿Por qué hay compañeras científicas y profesoras en la Facultad y aún así en los libros de historia de la ciencia no hay ninguna mujer?'. Para ese momento, confiesa, 'la única que aparecía era Marie Curie'.

A partir de allí empezó una búsqueda –inicialmente como pasatiempo– de aquellas mujeres que, como ella, se apasionaron de la ciencia. Una investigación que la llevó al punto de Sabias. La cara oculta de la ciencia, un libro donde rescata a esas científicas que a lo largo del tiempo pusieron su sello en una lucha que ha sobrepasado los años en el objetivo de la reivindicación de la mujer.

'En los sitios más inesperados encontré que había muchas mujeres, pero sus logros científicos habían sido borrados de los libros', confiesa en diálogo con EL HERALDO desde la Feria internacional del libro de Bogotá, hasta donde llegó con charlas y relatos de su búsqueda y publicación. 

Al ir descubriéndolas notó también que, en sus palabras, era una injusticia que no aparecieran en la historia. 

'Me decidí en darlas a conocer para remediar esas injusticia y para mostrarle a las niñas de hoy que la ciencia sí era una profesión atractiva con muchas mujeres fascinantes que la habían ejercido. Que no dejen de lado una profesión, la que considero la más fascinante del mundo'. 

Doble tendencia

Esas mujeres que deslumbraron a Muñoz y a los asistentes a sus conferencias abrieron un camino que aún sigue siendo complicado, prácticamente una encrucijada entre lo que se logra en las leyes y lo que llega a través de los nuevos medios respecto a la feminidad. 

'Por un lado las leyes están cambiando y se está mejorando la situación de las mujeres –con unas excepciones–. No es solamente lo que haya sobre el papel, en las leyes, es también la información que llega por los medios de comunicación, cine, redes sociales. Hay una hipersexualización de la mujer', afirma. 

Agrega que parece que lo más importante 'es ser atractiva y ser guapa', por eso la urgencia de mostrar que lo más importante en el ser humano 'es su mente, su inteligencia y su comportamiento, no su físico'. 

En este sentido entonces hay una doble tendencia, una mejora en las leyes, incluyendo en los países musulmanes y un despertar, pero por otro lado 'un retroceso en cuando a la imagen pública que se tiene de las mujeres que hace que muchas niñas consideren que ser científica no es una cosa atractiva o glamurosa'. 

La forma de ejemplificar lo que pasa es con algo sencillo: los pasillos de juguetes, 'allí hay rosa y azules. Siempre, desde que nacen, los colores con los que se visten se espera que los niños sean más lanzados, creativos y arriesgados y las niñas que básicamente sean lindas'. 

Por lo cual considera que hace falta romper eso. 'Tiene más fuerza en el imaginario colectivo que las leyes. Busco romper esa idea de que lo más interesante que pueden hacer las niñas es ser lindas'. 

No hay diferencia innata

¿Diferencia entre mujer y hombre? Para Muñoz no hay una diferencia innata en el cerebro de ambos, es quizá por la educación. 

'La mujer ha sido educada en el sentido que tiene que prestar más atención a los cuidados. En España, por ejemplo, escogen carreras como Medicina donde casi el 80% de estudiantes son chicas. La mujer también se ha educado en una idea menos agresiva', analiza. 

No titubea al decir que se identifica de alguna manera con todas las mujeres que incluyó en su libro. ¿La razón? 'Todas fueron rebeldes, muy curiosas y no se resignaron a lo que grandes pensadores como Aristóteles dijeron respecto a que no eran seres para pensar', afirma. 

Una de las mujeres más desconocidas es Enheduanna, cuenta, una suma sacerdotisa. Ella fue la primera persona en la historia de la humanidad con una obra literaria. 

'Se trató de un descubrimiento fascinante y todo el que la va conociendo también queda impactado', confiesa de la que considera 'un personaje deslumbrante'.

En el rango opuesto está una mujer muy humilde que revolucionó los conocimientos astronómicos, apunta Muñoz al referirse de Caroline Herschel, hermana del gran astrónomo William Herschel, 'ella fue su ayudante y jefa de taller'. 

'Una chica de familia humilde que tuvo varias enfermedades cuando pequeña, quedó bajita midiendo menos de un metro, la cara picada por viruelas. No iba a encontrar un marido y estaba condenada a ser como una Cenicienta. Su curiosidad por el firmamento y el apoyo de su hermano hizo que fuera una gran astrónoma, sería la antítesis de la mujer fuerte Enheduanna', relata con la fascinación de quien descubre una historia y la reescribe para motivar a nuevas generaciones. 

La última que menciona en su libro es Rita Levi-Montalcini, la tercera dentro de su selección de admiradas. Ella tuvo que luchar con muchos impedimentos, según Muñoz. 

'De entrada su padre, que la quería muchísimo y no la dejaba ir a la universidad porque pensaba que las mujeres no debían ejercer profesiones, hasta que lo convenció. Luego, por ser de ascendencia judía por parte de padre y madre su vida estuvo en peligro en la Italia fascista y la invadida por los nazis. En la Segunda Guerra Mundial ella dedicó toda su energía a investigar y descubrió algo que hoy en día se usa mucho: el factor de crecimiento nervioso. Por ello recibió el Premio Nobel 40 años después de comenzar sus investigaciones'. 

La califica como 'una mujer infatigable, que no se rindió nunca. Era una gran científica, escritora y filósofa'. 

Lo que le gusta de estas mujeres es su rebeldía, el no resignarse a no pensar y no tener una vida que no fuera controlada por ellas, 'y luego su inteligencia para sortear todas las dificultades y salir triunfante sea a la primera, segunda o tercera. Su lección es no rendirse nunca y luchar por lo que uno piensa'. 

Compromiso

Su análisis le permite decir que las científicas del siglo XX 'casi todas tienen un gran compromiso con los derechos humanos, la paz, derechos de las mujeres, desarrollo de los países más desfavorecidos. Son modelos inspiradores'.

La barrera entre hombres y mujeres en la ciencia sigue siendo constante, aunque la injerencia femenina está, poco es el reconocimiento que se le brinda. 

'Cuando una profesión tiene prestigio, se han encargado los hombres de poner muchas barreras. Hay una situación muy variada en función de los países, pero es bastante generalizada que en el caso de la ciencia, la mayoría de caras son masculinas'.

Hay un dato muy llamativo que brinda en su diálogo Muñoz, es aquel que dice 'no llega ni al 3% las mujeres que han recibido el Premio Nobel de Ciencia', una situación que para ella no representa en absoluto 'ni por cantidad ni por calidad' la contribución de las mujeres a la ciencia. 'Las puertas ahí están muy cerradas para las mujeres', dice.

Descubrir la historia de lucha y sacrificio de estas mujeres le ha dado el mejor consejo de su vida, algo que va más allá de frases filosóficas o motivacionales, es un aliciente al espíritu y a las ganas de seguir adelante: no rendirse nunca. 

'Por muy altos que estén los obstáculos, sigue intentándolo y no te rindas. Cuando te rindes los enemigos vencen. Si tienes una pasión o crees en una causa, por mucho que parezca que no se avanza, sigue', finaliza.