Los altos niveles de gas metano encontrados la semana pasada por el vehículo explorador Curiosity en Marte han desaparecido, informó la Nasa en un comunicado.
'El misterio del metano de Marte continúa', reza el título del informe publicado la noche del lunes por el Jet Propulsion Laboratory de la Nasa en Pasadena, California.
Lo que la agencia espacial llamó 'nube' de metano y el diario The New York Time definió como un 'eructo', en Twitter ha encontrado una analogía más simple: lo del planeta rojo fue una flatulencia o, en lenguaje vulgar, un pedo.
La semana pasada, la Nasa anunció que el minilaboratorio químico del Curiosity encontró una concentración de metano de 21 partes por mil millones de unidades, tres veces más que el mayor registro que se haya conocido en años, y calificó el hallazgo como un 'resultado sorprendente'.
Entusiasmados por el descubrimiento, los responsables de la misión decidieron repetir la medición durante el fin de semana. Pero esta vez el resultado volvió al valor de base, de menos de 1 parte por mil millones de unidades.
La cuestión del metano fascina a los científicos del espacio porque su presencia puede indicar un signo de vida.
En la Tierra, este gas lo emiten desde seres humanos y vacas hasta microbios. Son estos últimos los que los científicos creen que podrían encontrarse en Marte.
Sin embargo, el metano también podría originarse por la interacción entre el agua y las rocas, y el Curiosity no tiene instrumentos que puedan diferenciar una fuente geológica o biológica del gas encontrado.
El descubrimiento del Curiosity, aunque intrigante para los científicos, aporta una pieza más para la comprensión, todavía en estado primitivo, del vecino de la Tierra en el Sistema Solar.
El 'rover' Curiosity, que se desplaza sobre Marte desde 2012, ya ha detectado metano varias veces, pero nunca lo había hecho en cantidades como la de la semana pasada. La sonda espacial europea Mars Express, en órbita marciana desde 2003, fue la primera en hacerlo. Otra sonda europea, llamada Trace Gas Orbiter (orbitador de traza de gas), lanzada en 2016 con instrumentos más sofisticados, todavía no ha detectado indicios de la presencia del gas.