Durante 30 años, se los veía como un grupo de excéntricos que iban colocando y recogiendo trampas para insectos en los campos de Alemania. Pero estos entomólogos aficionados acabaron documentando el peor episodio de extinción desde los dinosaurios, una verdadera joya científica.
La discreta labor de este puñado de voluntarios alemanes en Krefeld, en la frontera con Holanda, facilita la toma de conciencia mundial sobre el ‘Armagedón de los insectos’, desde que un primer estudio de octubre de 2017 se basara en sus descubrimientos, en la revista científica PLOS One, seguida de otras más.
Su preciosa colección, entre 40 y 80 millones de insectos, flota en botellas de etanol guardadas en cartones. Todo ello está acumulado en las viejas salas de una antigua escuela, protegido de los rayos del sol por espesas cortinas.
'El resultado de esta labor de más de tres décadas es una de las escasas medidas de la desaparición de insectos en Europa', indica Martin Sorg, uno de los principales encargados del lugar.