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La planta mareomotriz del río Rance, en el noroeste de Francia, muestra el potencial de generar energía obtenida a partir de la fuerza de las mareas, las corrientes del océano y las diferencias de temperatura, un sistema que todavía no se explota lo suficiente.

Inaugurada en 1966 en la localidad de La Richardais por el expresidente Charles de Gaulle, esta planta produce unos 500 gigavatios hora de electricidad al año, suficiente para abastecer a 250.000 de los 30 millones de hogares de Francia.

Sigue siendo la única central eléctrica de este tipo en Francia y una de las dos únicas centrales mareomotrices a gran escala del mundo, después de la planta Sihwa inaugurada en Corea del Sur hace siete años.

'La energía de los océanos tiene un enorme potencial a nivel mundial, pero es un recurso en gran medida subexplotado', explica a la AFP Simon Neill, de la Facultad de Ciencias Oceánicas de la Universidad de Bangor, en Gales.

Más de dos tercios de la superficie de la Tierra están cubiertos por océanos y mares.

Estos ofrecen una oportunidad ilimitada para la generación de energía a partir de la energía cinética de las olas y las mareas, las diferencias de temperatura entre las aguas en la superficie y las más profundas, y la ósmosis que se produce cuando la sal y el agua dulce se encuentran.

Sin embargo, según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la energía oceánica representa la menor parte de la energía renovable en el mundo.

 Una fuente de energía predecible

A pesar de ser una fuente de energía renovable y poco contaminante, la energía hidroeléctrica, que incluye proyectos de presas oceánicas y fluviales, representa hoy en día menos de una quinta parte del suministro mundial de electricidad, y el crecimiento del sector se está desacelerando.

La generación de electricidad a partir de tecnologías marinas aumentó sólo un 3% el año pasado. 

La AIE estima que tendría que crecer en un 24% anual hasta 2030 para alcanzar los objetivos deseados de energía renovable, que causa menos contaminación atmosférica y emite menos gases de efecto invernadero que calientan el planeta.

Según el instituto francés de investigación hidrotécnica SHF, la energía mareomotriz podría proporcionar 1.250 horas Terrawatt (TWh) de energía al año, en comparación con los 1 TWh actuales, lo que representa alrededor del 0,2% del consumo anual de Francia.

Tiene la ventaja de ser 'totalmente predecible', señala Neill. Como no depende de variables meteorológicas como el viento o el sol, la contribución de los sistemas mareomotrices a la energía puede calcularse con antelación.

La energía mareomotriz se genera instalando una presa en un río o laguna para crear una cuenca que se llena con la marea alta entrante y se vacía a través de turbinas.

El principal desafío, apuntan los expertos, es el costo de construir estas estructuras.

'Las tecnologías marinas tienen un gran potencial, pero se necesita un apoyo político adicional para la investigación y el desarrollo que permita la reducción de costos', dice la AIE.

 'Enorme impacto ambiental'

Un inconveniente adicional son los efectos sobre la vida vegetal y animal.

La presa francesa de Rance, por ejemplo, tiene 750 metros de largo y 33 metros de ancho y bloquea la desembocadura del río.

'Las represas mareomotrices pueden cambiar el nivel de la marea en la cuenca y aumentar la turbidez (la cantidad de materia en suspensión en el agua)', señala la AIE.

Las turbinas pueden perjudicar el hábitat de los animales marinos y alterar sus patrones de migración.

En la planta de Rance, 'los intercambios entre el estuario y el ambiente marino han sido completamente bloqueados, lo que ha tenido un enorme impacto ambiental', explica a la AFP el ecologista marino Antoine Carlier, del instituto francés Ifremer.

Una solución es construir futuras plantas mareomotrices fuera de las zonas sensibles de los estuarios.

Otra tecnología infrautilizada a pesar de su bajo impacto ambiental son las turbinas de marea colocadas en el fondo del mar, donde hay un fuerte flujo de marea. 

'Hay problemas de sellado, corrosión y mantenimiento en estas máquinas submarinas, lo que aumenta el coste de los proyectos', explica Marc Le Boulluec, de Ifremer.

De manera similar, las tecnologías que buscan aprovechar las olas del océano o el oleaje, la variación de temperatura y la ósmosis están subutilizadas.

'La innovación tecnológica y el aprendizaje mediante la investigación son fundamentales para que la energía oceánica alcance la madurez', señala la AIE.

'La investigación debe centrarse en los componentes y subsistemas clave, simplificando los procedimientos de instalación para mantener los costes bajos'.

El próximo lunes se celebrará en Nueva York una Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas en la que los gobiernos, los líderes empresariales y las organizaciones internacionales debatirán sobre las formas de lograr la transición deseada hacia las energías renovables.