Con la llegada de Donald Trump al poder en enero de 2025, el primer gobierno de izquierda en la historia de Colombia, en cabeza del presidente Gustavo Petro, deberá encontrar un camino para entenderse con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, en medio de las tensiones que se esperan por cuenta de las diferencias ideológicas de los mandatarios.
Lo anterior, teniendo en cuenta que las prioridades han cambiado para Trump, quien en su mandato de 2017 tenía la mira puesta en otros asuntos de la agenda que involucraban a otros países, pero que hoy en día competen directamente a Colombia, como es el caso del flujo migratorio a través del tapón del Darién o la política antidrogas.
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Y es que en la jornada previa a los comicios, por ejemplo, el mandatario electo amenazó a México con imponer aranceles de hasta un 100 % a las importaciones si el país no consigue detener el “embate de criminales y drogas” hacia Estados Unidos.
Así las cosas, el canciller Luis Gilberto Murillo indicó previamanente que la política antidrogas volverá a ser tema central en la relación con el país norteamericano durante el gobierno de Trump y advirtió tan solo un día después de la jornada electoral que habrá “algunas diferencias, pero es importante encontrar un lugar común”.
En esa misma tónica, expertos consultados por EL HERALDO concuerdan en que los posibles choques entre Donald Trump y Gustavo Petro tenderían a no escalar al punto de poner en riesgo la estabilidad de los asuntos bilaterales.
“Las relaciones Colombia-Estados Unidos están fundamentadas en intereses estratégicos mutuos que trascienden ideologías políticas, incluyendo comercio, seguridad y lucha contra el narcotráfico. Posibles tensiones surgirán por diferencias entre los gobiernos, pero es improbable un distanciamiento significativo dado que ambos países mantienen una interdependencia estructural construida durante décadas de cooperación”, explicó a EL HERALDO Mario de la Puente Pacheco, director de Investigaciones de la División de Derecho, Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte.
Política antidrogas, clave
La política antidrogas ha sido el mayor interés de EE. UU. en los más de 200 años de relaciones diplomáticas con Colombia. En el pasado este tema ya ha agrietado el lazo, como cuando en 1996, durante el gobierno de Ernesto Samper Pizano, la nación norteamericana decidió descertificar al país por su fracaso en la lucha contra el narcotráfico.
Así mismo, la actual administración de EE. UU., encabezada por Joe Biden, expresó hace un par de semanas preocupación por el informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) que advirtió que en 2023 la producción de cocaína en Colombia aumentó en un 53, % y que los cultivos ilícitos se incrementaron en un 10 %.
De la Puente señaló que con Donald Trump en el poder Colombia puede esperar mayor presión para dar resultados en dicha materia.
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“Trump posiblemente exigirá mayor erradicación forzosa y extradiciones. Petro podría mostrar flexibilidad en temas de interdicción y cooperación judicial, pero mantendría firme su posición sobre la necesidad de un enfoque más orientado a la salud pública y la sustitución voluntaria de cultivos”, dijo.
Por su parte, el exministro de Hacienda y Crédito Público Jose Manuel Restrepo indicó a este diario que el incremento de la producción de droga va a ser un reclamo “permanente y muy fuerte” por parte de Estados Unidos.
“Al gobierno Petro le va a corresponder, de verdad, ahora sí, mostrar resultados en esta materia porque lo que ha venido sucediendo es desastroso, es el incremento en la producción de droga de manera significativa sin ninguna estrategia de erradicación aérea ni manual, ni algún control al financiamiento del narcotráfico”, sostuvo.
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De igual forma, Yann Basset, profesor de ciencia política de la Universidad del Rosario, consideró que EE. UU. va a querer volver a una agenda “muy convencional” de lucha contra las drogas y en caso de desacuerdos podría haber “posibilidad de descertificación del gobierno colombiano en la materia”, lo que —a su juicio— sería “usado como una amenaza”.
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Migración, otro reto
Una de las promesas más populares de Donald Trump es la de la creación del “mayor programa de deportación” en la historia de su país. Esta hace parte del paquete de medidas que planea implementar para acabar con la inmigración irregular, aunque expertos han avisado que son anuncios difíciles de cumplir, sobre todo por el impacto económico que supondría para Estados Unidos asumir los gastos.
El republicano ha responsabilizado a México de buena parte del ingreso de migrantes indocumentados a EE. UU., argumentando que no hace bien su trabajo en el control de la frontera.
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Aunque Colombia no ha sido mencionada por Trump en ese sentido, el internacionalista Enrique Prieto prevé que en el mediano plazo “sí va a darse una presión sobre el país por la posición geográfica como cruce por el tapón del Darién hacia Panamá y luego a Centroamérica”.
De acuerdo con las cifras que manejan las autoridades panameñas, hasta el pasado 13 de octubre 274.444 migrantes en situación irregular llegaron a ese país a través de la selva, con destino a Estados Unidos.
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Jesús Agreda Rudenko, internacionalista de la Universidad del Rosario, coincide en que sí habrá choques por el asunto migratorio porque “la posición colombiana ha sido de alguna forma no restringir de manera tan clara ese flujo migratorio por el territorio nacional”.
En ese sentido, EE. UU. podría solicitar a Colombia que “coordine mejor con Panamá el control sobre el Tapón para que de alguna forma sirva como una frontera un poco más alejada del territorio norteamericano”.
Paralelamente, José Manuel Restrepo tildó el tema migratorio de “crítico”, por lo que está convencido de que estará en la discusión, con “reclamos” y “exigencias” incluidas.
Crisis de Venezuela
Desde que llegó a la Presidencia, Petro ha sentado su posición en contra de los bloqueos económicos por parte de Estados Unidos a Venezuela, alegando que tales medidas son responsables de la crisis de ese país.
En su mensaje de felicitación a Donald Trump por su triunfo electoral, el mandatario colombiano aseveró que “la única manera de sellar las fronteras es con la prosperidad de los pueblos del sur y el fin de los bloqueos”.
Para los expertos es poco probable que este asunto escale a niveles críticos en la relación entre Colombia y EE. UU. e incluso algunos apuntan a un posible acercamiento de la administración Trump con Venezuela.
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“Trump podría estar tentado a buscar una forma de entendimiento con Venezuela para que haya una colaboración sobre el tema de migraciones y en eso Colombia podría jugar un papel de facilitador en este acercamiento”, anotó Basset.
Sin embargo, dejó saber que también podría haber una actitud distante desde el principio del mandato de Trump por presiones dentro del Partido Republicano, que tiene miembros anti-Maduro.
Por último, el exministro Restrepo opinó que “no va a ser fácil para un gobierno dictatorial como el de Nicolás Maduro gobernar en un escenario con el presidente Donald Trump, pero también Trump históricamente ha sido bastante negociador en muchos temas y puede ser más bien la gran oportunidad para la transición a la democracia en Venezuela”.
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El peso económico de la relación con Estados Unidos
José Manuel Restrepo fue enfático en que Colombia debe “evitar a toda costa” cualquier forma de tensión porque Estados Unidos es el mayor socio comercial del país.
“Estamos hablando de una relación que es 27 % de exportación y es 32 % de la inversión extranjera del país, además de más de un millón de turistas. Hay que proteger como sea y compartimentalizar lo económico de esta relación de lo político, por eso es tan importante manejar con mucha dosis de pragmatismo y diplomacia esta relación en este nuevo escenario”, explicó.
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Mientras que Mario de la Puente aseguró que, aunque se puedan presentar impactos en términos de inversión extranjera directa y cooperación económica, bajo un posible escenario de tensión, el “robusto marco de acuerdos comerciales existente y el significativo volumen de intercambio comercial entre ambos países actuarían como un amortiguador efectivo contra tensiones políticas temporales, minimizando el riesgo de consecuencias económicas severas para nuestro país”.