Gustavo Petro decidió ponerse del lado de Nicolás Maduro. Es decir, tomó partido de forma abierta y pública por el dictador. Y lo hizo no a título personal –dada su amistad y afinidades ideológicas–, sino como presidente de Colombia. Y eso es lo grave, puesto que Colombia entera rechaza y repudia a quien viola todos los derechos humanos, ataca de forma despiadada a la oposición, coarta la libertad de expresión y usurpa el poder en el vecino país, después de haberse robado las elecciones el pasado 28 de julio. Ese personaje de tan baja estofa –por cuya cabeza Estados Unidos paga 25.000.000 de dólares– es a quien Petro avaló como presidente de Venezuela. Un sátrapa de siete suelas y un gobernante impresentable es ahora el protegido de Petro.
(Le puede interesar: Iván Duque dice que debe haber intervención internacional en Venezuela para evitar crisis humanitaria)
Es evidente que después de su ilegítima posesión, Maduro y sus secuaces representan un grave peligro para las democracias de América Latina, al igual que Cuba y Nicaragua, cuyos dictadores –Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega– fueron los únicos gobernantes que se hicieron presentes en la juramentación de Maduro como presidente por tercera vez.
El presidente Petro no tuvo la entereza, ni el valor, de repudiar a quien no solo atosigó de todas las formas posibles a la oposición, sino que cometió un megafraude electoral delante de las narices del mundo. El tercer gobierno de facto de Maduro recibió el visto bueno de quien dice ser un demócrata y quien se proclama a los cuatro vientos como defensor de derechos humanos. Alguien que se define como demócrata y promotor de los derechos humanos y de las libertades individuales no puede abrazar a un dictador. Es así de simple, aunque Petro busque mil justificaciones –como el falso bloqueo de Estados Unidos– para tratar de justificar lo injustificable.
(Vea aquí: “Pedimos una intervención internacional que desaloje a la dictadura”: Uribe tras posesión de Maduro)
Con el intento de secuestro de la líder opositora María Corina Machado, en la víspera de la posesión, Maduro y Diosdado Cabello notificaron al mundo de lo que son capaces en su propósito criminal de permanecer de forma perpetua en Miraflores. El show montado por Cabello, luego de conocerse el intento de secuestro de Machado, sirvió para ratificar el talante delictivo de quienes gobiernan desde hace 27 años Venezuela.
Nada de lo anterior importó a Petro a la hora de respaldar al dictador Maduro con la presencia del embajador Milton Rengifo en su acto de posesión. Que no quede duda alguna: Petro estuvo en la posesión de Maduro, como dictador, pero en cuerpo ajeno. No asistió en cuerpo presente porque todavía siente algo de vergüenza de aparecer en la foto con Maduro, Ortega y Díaz-Canel.
(Lea también: Gremios y ministros de Petro se reunieron en Cúcuta ante cierre de frontera con Venezuela)
¿Qué significa el respaldo de Petro al dictador Maduro? ¿Está en juego la democracia en Colombia?
Petro solo repudia a los dictadores de derecha, a los de izquierda los abraza
Si Petro respaldó abiertamente el robo electoral de Maduro en Venezuela, con todo lo que ello implica en materia de irrespeto a los valores democráticos y violación sistemática de derechos humanos, ¿qué nos hace pensar que no procederá de la misma manera, cuando algo similar ocurra en Colombia? Al avalar al dictador Maduro, Petro está respaldando a quien proceda de igual manera en Colombia. Punto.
(Le sugerimos: Petro pide levantar bloqueos a Venezuela e insiste en mantener diálogo político)
Si de forma cínica y descarada apoya al dictador del vecino país, con más razones lo hará cuando algo parecido –igualmente grave– ocurra en Colombia. Petro ya no podrá seguir ondeando la bandera de la defensa de la democracia y los derechos humanos en el mundo.
Todo lo que haga de ahora en adelante en ese sentido será una farsa. Su incondicional y absoluto respaldo a Maduro es el peligro que desde el viernes se ciñe sobre la democracia de nuestro país. Petro no podrá afirmar de ahora en adelante que rechaza el autoritarismo en el mundo. Quedó en evidencia que los únicos dictadores que repudia son los de derecha. Los que son afines a su ideología, como Maduro y los de su calaña, los abraza y justifica.
El supuesto bloqueo a Venezuela: la perorata mentirosa de Petro
En su afán por justificar lo injustificable, Petro volvió a esgrimir el manido argumento del supuesto bloqueo a Venezuela. Se trata de otra falacia de las tantas que utiliza cada vez que quiere justificar las actuaciones delictivas de su amigo.
Cuando en el 2017 empezaron las sanciones económicas de Estados Unidos a Venezuela, ya el chavismo había arruinado al vecino país. Es mentira lo que dice Petro de que el éxodo masivo de venezolanos por el mundo –2.8 millones de ellos están en Colombia– comenzó con el bloqueo económico de Trump y Duque. Falso de toda falsedad.
(Puede ser de interés: “El mundo entero debe bloquear a Maduro, pero rodear al pueblo venezolano”: exembajador Andrés González Díaz)
En el 2014 ya la pobreza extrema –por culpa del chavismo– se había disparado en Venezuela. Hoy Venezuela comercia con casi todos los países del mundo, incluyendo China y Rusia, las superpotencias. ¿De qué bloqueo habla Petro? Su pueril argumento del supuesto bloqueo no pasa de ser una perorata, un sonsonete, que solo se lo creen los petristas incondicionales.
En Venezuela no hay tal bloqueo, aunque Petro pretenda instalar esa narrativa. Lo que hay, aunque Petro lo niegue, es una demencial y brutal dictadura que cuenta –para vergüenza de los países democráticos del mundo– con su respaldo. Y eso ya no lo puede negar.
Petro, ni repudió a Maduro ni defendió la democracia. ¡Quedamos notificados!
Ante las dictaduras no se pueden asumir posiciones ambiguas. Se aceptan o se repudian. Al no repudiar la de Maduro, Petro simplemente la aceptó. Punto.
Todo lo que diga o deje de decir el canciller Luis Gilberto Murillo no pasa de ser pura y simple palabrería. Carreta. El cuento chimbo de la espera de las actas los dejó en ridículo ante el mundo. Bien sabían que las tales actas del régimen chavista no aparecerían. Y las que aparecieron –que demuestran el triunfo aplastante de Edmundo González sobre Maduro– no las reconocieron. Esa farsa también se les cayó.
(También: Canciller y mininterior viajaron a la frontera con Venezuela para vigilar situación tras cierre)
El mundo esperaba de Petro el pasado viernes dos decisiones trascendentales: el rechazo a Maduro y la defensa de la democracia. No pudo con ninguna de las dos. Ni rechazó a Maduro ni defendió la democracia. Hizo todo lo contrario: acogió a Maduro y evidenció su desprecio por los valores democráticos. Y eso es lo que más preocupa a los colombianos en estos momentos.
Un presidente con principios democráticos no duda un segundo en rechazar a quien desprecie la voluntad popular expresada en las urnas. Al no hacerlo Petro, los colombianos quedamos notificados de cuál podría ser su actuación en un futuro.
Con el dictador Maduro habrá más venezolanos huyendo despavoridos
Ahora Venezuela –de la mano de Maduro– empezará a padecer el lado más cruel de la dictadura, como si todo lo vivido en estas casi tres décadas no fuera suficiente. La llamada “gran reforma” a la Constitución Bolivariana no es otra cosa que la concentración del poder de forma absoluta en cabeza de Maduro. Ello significa más violación de derechos humanos, menos libertades individuales, más represión a la oposición y –claro– más venezolanos huyendo despavoridos de su país.
(Relacionado: “Dejen de pensar en muerte de hermanos”: Petro a Uribe por pedido de intervención internacional en Venezuela)
Es decir, contrario a lo que dice Petro, la permanencia de Maduro en el poder significa más éxodo y más migración. Aquellos 8.000.000 que se fueron no volverán. Todo lo contrario: el riesgo ahora es que millones de los que se quedaron huyan al exterior.
Petro –obviamente– no dirá que es culpa del dictador Maduro y sus secuaces, sino que dirá que la responsable es la “violencia” de Trump y de los “imperialistas”. Ese cuento de Petro ya lo conocemos y por eso mismo no le creemos.