Llamemos las cosas por su nombre: la tan cacareada “paz total”, ofrecida por Gustavo Petro como bandera electoral en el 2022 para llegar a la Casa de Nariño, fracasó de manera estruendosa. No hay nada que rescatar de esa oferta improvisada y generosa del Gobierno a las organizaciones criminales y guerrilleras. Hoy lo que vemos son ruinas y escombros de una política diseñada a las volandas y con absoluta irresponsabilidad.
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La tragedia humanitaria que vive el Catatumbo es el mejor ejemplo de ello. Lo que pudo ser el “gran laboratorio de la paz total” terminó convertido en un territorio de muerte y desolación. En estos momentos cientos de familias huyen despavoridas de sus hogares, dejando todo abandonado, mientras el ELN y las disidencias del frente 33 de las Farc libran una guerra fratricida a la que –por desgracia– no se le ve ninguna salida. La Defensoría del Pueblo y la Fiscalía reportan más de 40 asesinatos, 30 desaparecidos y un centenar de familias desplazadas.
Mientras al Catatumbo se lo disputan a sangre y fuego guerrilleros y narcotraficantes, el gobierno de Petro se muestra impotente para repelerlos y combatirlos. Las Fuerzas Armadas están desbordadas por la guerra. Ni Ejército ni Policía actúan con contundencia. Los altos oficiales son todos timoratos a la hora de enfrentar al enemigo. Unos porque no quieren arriesgar sus futuros ascensos, ante la posibilidad de una investigación disciplinaria o penal, y otros porque no tienen ni los recursos ni la moral, suficientes para escuchar el clamor de los inocentes que están siendo asesinados.
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Mientras la paz total fracasa, el presidente Petro, al parecer, tiene otras prioridades, distintas a su gran apuesta electoral del 2022. Atrás quedaron sus discursos estridentes en los que anunciaba que el “Catatumbo sería la gran capital de la paz en Colombia”.
Petro está pensando en las elecciones del próximo año y con ese cálculo político está dedicado a promover marchas y protestas en aquellas ciudades capitales donde el petrismo no gobierna, como Medellín, Bogotá y Barranquilla. Esa es su gran preocupación en estos momentos.
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Antes de viajar a Tibú, Norte de Santander, para presidir un consejo de seguridad, Petro escribió en su cuenta de X: “Lo que ha cometido el ELN en el Catatumbo son crímenes de guerra. Se suspende el proceso de diálogo con ese grupo, el ELN no tiene ninguna voluntad de paz”.
A decir verdad, el ELN jamás ha tenido “voluntad de paz”, ni con Petro ni antes de Petro. La única justificación que sus jefes encuentran para sentarse en una mesa de negociación, como ocurrió en Tlaxcala, México; Caracas o La Habana, es la búsqueda de un fortalecimiento militar, mientras dialogan, como hacen en la actualidad. Increíble que Petro no lo supiera.
¿Por qué fracasó la paz total de Petro?
¿El ELN debilitado? ¿De qué habla el comisionado Otty Patiño?
No es cierto, como sostiene el comisionado de paz, Otty Patiño, que el ELN –en tiempos de Petro– solo está fortalecido en Arauca, mientras que en el resto del país se encuentra debilitado.
El ELN es hoy una organización guerrillera mucho más poderosa que hace tres años. Los espacios dejados por las antiguas Farc han sido copados por el ELN, inclusive enfrentándose a otras organizaciones guerrilleras, como las disidencias de las Farc en Cauca y Nariño, así como a organizaciones criminales, como el Clan del Golfo en Chocó y el sur de Bolívar.
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En el Catatumbo el ELN le disputa el control territorial a las disidencias del frente 33 de las Farc, porque sabe muy bien que ese corredor estratégico le permitirá acceder con mucha más facilidad a Venezuela –donde tiene claro que Nicolás Maduro no los tocará– mientras mueve la coca que sale del Catatumbo. ¿De qué debilidad habla el comisionado Patiño?
Una paz ofrecida y negociada en las cárceles del país no podía salir bien
La paz total fracasó porque desde un comienzo fue mal concebida, mal diseñada y mal ejecutada. Punto. Una paz negociada en los calabozos del país con guerrilleros, narcos y criminales de todas las raleas no podía salir bien.
Las visitas de Danilo Rueda y Juan Fernando Petro, hermano del entonces candidato y hoy presidente, ofreciendo gabelas a cambio de respaldo electoral, no podían servir para nada distinto al fortalecimiento de las organizaciones criminales.
El cóctel ofrecido por Petro y puesto sobre la mesa por Rueda, su primer comisionado de paz, el mismo que visitó las cárceles, resultó explosivo, porque metió en el mismo saco a los protagonistas de delitos políticos con los protagonistas de delitos comunes. De tal manera que los guerrilleros recibirían el mismo tratamiento de los narcotraficantes. Ese entuerto nunca lo pudo resolver el gobierno.
El ELN jamás aceptó esa propuesta, mientras que las organizaciones criminales –el Clan del Golfo, entre otros– se quedaron esperando el tratamiento político que el Gobierno les había ofrecido. A la postre, ni unos ni otros quedaron contentos y Petro no supo cómo armar el rompecabezas.
¿Qué pasó con la moral de las tropas? ¿Perdió el Ejército la capacidad de combate?
En una negociación de paz –cualquiera que sea– el Estado no puede renunciar a su obligación de combatir al enemigo, aun aquel con quien se dialoga. Así lo establece la Constitución Nacional. Ningún presidente puede maniatar a las Fuerzas Militares bajo el pretexto de una negociación de paz.
La moral de la tropa no puede doblegarse, porque ello significaría claudicar en su propósito de vencer al enemigo. Sin moral para combatir a los enemigos, todo ejército es vulnerable y por consiguiente derrotable. En tiempos de Petro nuestras Fuerzas Armadas perdieron ímpetu y se volvieron reactivas a los ataques de los enemigos del Estado.
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La iniciativa para estar siempre a la ofensiva se perdió. Primero golpean a nuestros soldados para que luego el Ejército responda. Ocurrió en El Plateado, Cauca; pasó en el Catatumbo, Norte de Santander; y sucede a diario en Chocó, Arauca y sur de Bolívar. ¿Qué pasó con la capacidad de combate de nuestros soldados? ¿En qué están los generales y coroneles, así como los demás oficiales, en brigadas y batallones? ¿Qué pasó con las direcciones de Inteligencia y Contrainteligencia, que permitían anticiparse a los golpes de los enemigos? ¿Fueron desmanteladas?
Triunfo de Maduro, el ELN ahora mucho más fortalecido en Venezuela
La decisión de Petro de suspender la negociación con el ELN es tardía y en nada contribuye a solucionar la grave crisis que atraviesa su moribunda paz total. El triunfo de Maduro fortaleció al ELN, que pasea en Venezuela como “Pedro por su casa”, mientras en Colombia disputa el control territorial con sus enemigos.
La inacción de las Fuerzas Armadas –que creyeron ingenuamente en un pacto de no agresión entre criminales– solo ha servido para que ese grupo guerrillero se fortalezca mucho más. Una supuesta reactivación de la mesa tendría en su contra el factor tiempo, puesto que –seguramente– los jefes del ELN estarían pensando en “negociar con el próximo gobierno”, como ha sido su costumbre por décadas.
Pero, además, ¿cuáles serían las condiciones del Gobierno para esa supuesta reactivación? ¿Qué podría exigir que el ELN estuviera en disposición de cumplir? Poco o nada, que es lo que ha ocurrido hasta el momento.
Así las cosas, no hay razones para ser “moderadamente optimistas” sobre el futuro de esa negociación. Para no darle más vueltas al asunto, hay que decir que este proceso, como todos los de la paz total de Petro, también fracasó. Punto.