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A pesar de que el nuevo fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, era el preferido desde un principio de la mayoría de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, su elección no ha estado exenta de polémica por su amistad con el presidente Iván Duque y por sus conceptos, por ejemplo, sobre la no sistematicidad del asesinato de líderes sociales, cuyo descontrol e impunidad constituyen una de las deudas más grandes en la actualidad del aparato estatal con el pueblo colombiano.

EL HERALDO consultó catedráticos del derecho y penalistas, además, para identificar los retos más apremiantes y de mayor profundidad del ente acusador que asume el exconsejero presidencial para los Derechos Humanos, que es especialista en relaciones internacionales, tiene maestría en historia y en derecho público y ya fue fiscal especializado de derechos humanos.

La votación

Barbosa fue elegido tras cinco sesiones de votación durante dos meses, en medio de una situación particular, pues la Corte solo tiene 16 magistrados y ese mismo es el número de votos que según la norma necesita uno de los ternados para convertirse en fiscal. Por ello la votación fue unánime.

Aunque el nuevo fiscal siempre fue el favorito y quien más obtenía votos en las salas, lo cierto es que con un alto tribunal con siete vacantes se veía muy enredada la designación del jefe del ente acusador, que se mantenía en interinidad desde que el 15 de mayo pasado renunciara Néstor Humberto Martínez por el caso Santrich y el búnker quedara en interinidad en manos del exjefe de la Unidad Delegada ante la Corte, Fabio Espitia.

A lo largo de estas semanas, los candidatos: Barbosa, la secretaria jurídica de Presidencia, Clara María González; y el director de la Agencia de Defensa Jurídica, Camilo Gómez, se reunieron varias veces con los magistrados de la Corte y con ello se consolidó la preferencia por el exconsejero presidencial para los Derechos Humanos.

Así, en la penúltima ronda de votaciones Barbosa triplicaba a González y ambos dejaban en blanco a Gómez. Y el jueves pasado, tras varias sesiones de votos, los propios togados hablaron entre sí y concluyeron que no podían salir del Palacio de Justicia sin el humo blanco para el fiscal, y todos decidieron apoyar el nombre del nuevo jefe del ente de investigación penal.