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La escritora feminista Florence Thomas, de 77 años, y el exministro Rudolf Hommes, de 76, son dos de los más fuertes críticos de las medidas de aislamiento obligatorio para los mayores de 70 años en el país.

'Fue muy duro los dos primeros meses porque soy una mujer de afuera, soy una de las mujeres que ha peleado el derecho a la calle para todas las mujeres, el derecho al bar, el derecho a la noche, a la independencia, a la desobediencia', dice al teléfono Thomas, con su rúbrica de español afrancesado, cuando este diario le pregunta cómo le ha ido con el encierro.

'Nos dan menos tiempo que a los perros', se queja refiriéndose a la media hora diaria que tienen tres veces a la semana para salir los 'viejos', como prefiere llamar a sus contemporáneos, frente a los afortunados caninos que tienen permiso para airearse dos veces al día de 20 minutos cada una.

Para la sicóloga y activista 'ha sido poco considerado con los adultos mayores, o los viejos, a mí me gusta hablar de viejos, el hecho de que los gobernantes hayan tomado estas decisiones, que reconozco que no son fáciles, pero se olvidaron que uno también se puede morir de tristeza'.

Agrega que 'hay un montón de adultos mayores absolutamente activos, pensantes, que tiene una experiencia vital impresionante y si bien sabemos que somos más vulnerables, somos un grupo absolutamente responsable'.

Y confiesa a este diario que ha incumplido la cuarentena, porque lo necesita: 'Desde hace dos meses salgo todos los días, 40 minutos o una hora, porque sé que lo necesito, mi cuerpo lo necesita, activar mis músculos, yo asumo la desobediencia y si me pillan, pues me pillan, pero salgo con tapabocas y máscara de plástico, dígame ¿qué me puede pasar?'.

A su vez, Hommes, con frecuentes y mordaces sonrisas nasales al otro lado de la bocina, le dice a este medio: 'Somos viejos pero no estúpidos', para comentar que ha salido de su casa, pero con todas las precauciones de bioseguridad.

'Tiene uno que salir para pagar impuestos, me toco salir en la lluvia a buscar banco abierto porque además están todos cerrados, entonces a más de 2 kilómetros encontré uno, pero es un contrasentido porque me puedo enfermar pero es por estar en la calle bajo la lluvia buscando un banco abierto', pone de presente.

Para el exrector de la Universidad de los Andes 'la gente de mi generación está realmente indignada, porque es que de un día para otro parecemos ciudadanos de tercera categoría, decidieron que ya no soy una persona valiosa ni soy objeto de ninguna consideración, sino un mueble viejo'.

Concluye el economista preguntándose al respecto: 'No sé por qué no tenemos derecho a salir a la esquina, con todas las precauciones, como el resto de la gente. En España los viejitos en la calle andan tranquilos, con sus tapabocas y haciendo las cosas que tienen que hacer'.

¿Es segura la casa?

La doctora en demografía de la Universidad Javeriana, Diva Marcela García, le dijo a esta casa periodística que según un estudio que realizó con el Centro de Estudios Demográficos de la Universitat Autònoma de Barcelona, el riesgo para los adultos mayores de contagiarse en la vivienda es mucho más alto en países latinoamericanos como Colombia.

'El 51% de los adultos colombianos de 65 y más años están expuestos a alto riesgo residencial ante la COVID-19, mientras que ese porcentaje es del 19% en España. El riesgo es máximo cuando los mayores viven con otras personas, en condiciones de hacinamiento o sin agua, y cuando ellos mismos o sus convivientes trabajan con escasas o nulas posibilidades de teletrabajar', señaló.

La profesora de la Facultad de Ciencias Sociales indica que en el país el 67% de los adultos mayores comparte su vivienda con alguien distinto a su pareja y el 52% comparte su vivienda con alguien que muy probablemente debe salir a trabajar; y el 15% de los mayores están en viviendas con hacinamiento o sin servicio de agua.

Por eso, propone 'generar campañas masivas sobre el cuidado que se debe tener al interior de la vivienda, porque hasta el momento hemos tenido muchas recomendaciones de cómo no contagiarnos fuera de la vivienda. Y lo otro es pensar que hay un grupo muy diverso de adultos mayores y que según sus condiciones de vida tenemos que generar estrategias más específicas que una tan general como el confinamiento'.

Responde asesor

El infectólogo Carlos Álvarez, asesor del Gobierno para la toma de decisiones como las restricciones para adultos mayores, le dijo a este periódico que 'cuando vemos la tasa de contagiosidad, básicamente todos tenemos el mismo riesgo de contagiarnos, sin embargo cuando las personas se infectan el riesgo cambia dramáticamente en la posibilidad de complicarse basado en la edad, tanto así que en los niños el virus se manifiesta de forma muy leve, la mayoría incluso son asintomáticos, e igual ocurre como hasta los 40 años, en el 80% de los casos, y aumenta la posibilidad de complicarse a partir de los 40, 50, y más dramáticamente después de los 60 y 70 años, o personas con condiciones como diabetes, la obesidad, la hipertensión, y si los de 70 años tienen otras condiciones de salud se aumenta aún más la posibilidad de complicarse'.

Reconoce el asesor que hay personas mayores mucho más cuidadosas y disciplinadas que los jóvenes: 'Ese es el argumento de las personas mayores, y que con seguridad salen y cumplen las normas y el riesgo es mínimo. Sin embargo no se puede tomar una decisión por ciertas personas sino que es una decisión de salud pública'.

Finalmente, considera que las restricciones se han tomado, dice, por la valía de este sector de la población: 'A la sociedad le importan tanto los adultos mayores que justamente lo que se pretende es que haya menos complicaciones y menos muertes entre esta población'.