Las políticas públicas no pueden seguir ignorando este cambio demográfico. La nueva estructura poblacional exige transformaciones que van mucho más allá de la reforma pensional. Es urgente normar para adaptar nuestras ciudades y nuestro sistema de salud a esta nueva realidad.
A estas dinámicas económicas se suma un cambio silencioso, pero profundo: la transformación demográfica. El país envejece más rápido de lo previsto y los hogares se reducen en tamaño.
Entre tales mecanismos han existido, entre otros, muchísimas leyes de amnistía e indulto, tratamientos políticos benignos, curules en el Congreso y el otorgamiento de dineros para la desmovilización. Dentro de estos últimos, los gestores o negociadores de paz unos desde la legalidad y otros, desde la ilegalidad.
Vivir sin tratar de conocer nuestra existencia y los grandes misterios y problemas insalvables, se constituye en una frustración que nos impulsa a tener diariamente la necesidad de investigar para llegar a respuestas coherentes y precisas que al menos nos dejen satisfechos a aquellos que la vida nos enseña a cada instante.