Infinidades de razones tendría el Rey de Reyes, Colacho Mendoza, cuando decía en una sus canciones que sentía un alivio en su alma cuando salía para La Junta, la tierra que más le gustaba. Él, como Diomedes Díaz, sentía una fascinación por ese bello pueblito, habitado inicialmente por familias de origen español que buscaron un clima sano para establecer explotaciones ganaderas en esas sabanas situadas en la ladera de la Sierra Nevada, en donde se unen fraternalmente, creando un torbellino, dos pequeños ríos, el Santo Tomás y el San Francisco.
A pesar de que esos terrenos son ondulados y áridos, aparecen en su entorno manantiales que brotan de la tierra en forma mágica, haciendo productivas unas zonas que facilitan los cultivos y abrevaderos de esa preciosa y apacible región.
Muy cercano, en un pequeño caserío llamado Carrizal, nació el Cacique de La Junta, creció trabajando en las labores del campo, apoyando la incipiente economía familiar. Su tío Martín Maestre, acordeonero, fue esencial en su formación musical, y su mayor motivación para encauzar esa euforia que sintió cuando se dio cuenta de que podía describir lo cotidiano en versos a través de bellas melodías que a todos los que lo escuchaban dejaba gratamente impresionados.
Él componía versos de todo lo que le acontecía, en alguna oportunidad queriendo obtener unos ingresos, pidió un dinero prestado para iniciar una cría de cerdos, el negocio fue un fracaso, pero la experiencia que vivió la plasmó en una canción que le acentuó su confianza como compositor y lo llevó a buscar nuevos horizontes; con esta obra musical, su nombre como verseador y compositor muy pronto se dio a conocer en la región.
En busca de nuevas oportunidades, se trasladó a Valledupar, allí consiguió un empleo en una emisora local como mensajero y logró acercarse a músicos y programadores. En ese tiempo el cantante Rafael Orozco buscaba una canción para grabarla con el acordeonero Emilio Oviedo, Diomedes se enteró y le presentó una de sus creaciones que títuló Cariñito de mi vida, la cual trajo como resultado inmediato el lanzamiento al mercado con éxito descomunal de un nuevo cantante y un prometedor compositor.
Sus grabaciones se escuchan en todos los rincones del país y fuera de él, siempre se ha mantenido vigente. ¿Qué explicación tiene la vigencia de este compositor y cantante enigmático, que llegó a alcanzar el éxito como pocos y ha conocido también el fracaso por sus veleidades, además de haber sido cuestionado por delicados asuntos que lo han comprometido directa o indirectamente, que siempre ha sido apoyado incondicionalmente por su público? Indudablemente, Diomedes es un músico integral que se inspira en sus propias vivencias y las plasma en letras sencillas, revelando de esta manera los más altos niveles de creatividad. Nadie discute su magistral capacidad para componer canciones, a través de las cuales acaricia emociones y une sentimientos que interpretan el sentir de su gente.
Al construir esas bellas melodías asume también la responsabilidad de comunicarlas de una manera convincente. En el escenario tiene el manejo total de la concurrencia, no baila, pero logra integrar a su público con su actuación, que se caracteriza por la modulación, el léxico que utiliza y el amor infinito que en esos momentos le prodiga a las canciones que interpreta.
Como él mismo lo dice en un verso de su cosecha: Como Diomedes no hay otro/eso nunca nacería/ y si nace no se cría/ y si se cría se vuelve loco...
Por Ricardo Gutiérrez G.