Bajo la mirada cómplice y sesgada de las autoridades ambientales, están desapareciendo los humedales en el departamento del Atlántico, mediante dos sistemas: primero, a través del desecamiento doloso y, segundo, contaminándolos con desechos industriales y aguas residuales. Por ejemplo, los humedales de Juan Mina en la vía a Tubará ya no existen, y sus terrenos fueron urbanizados. Igualmente, las lagunas de la margen izquierda del Río Magdalena, desde Sabanagrande, Malambo y Soledad, están siendo sometidas a un proceso de desecamiento y contaminación con el propósito de urbanizar esos terrenos para la construcción de bodegas.

La ciénaga El Convento, en Malambo, con un área de 250 hectáreas, se encuentra situada entre los municipios de Sabanagrande y Malambo, pero está a punto de desaparecer por el taponamiento de los caños que le surten de agua del Río Magdalena y la construcción de un terraplén por el parque industrial Pimsa.

La Ciénaga Grande de Malambo, con un área de 215 hectáreas recibe los vertimientos de aguas negras del alcantarillado de esa ciudad, sin ningún tratamiento previo de la empresa Aguas de Malambo S.A, E.S.P, más los desechos industriales de las empresas ubicadas en esa zona.

La Ciénaga de Mesolandia tiene un área aproximada de 285 hectáreas, localizada entre los municipios de Malambo y Soledad. Es un cuerpo de agua altamente contaminado por el vertimiento de aguas residuales de Soledad y algunas empresas industriales ubicadas en la margen derecha de la carretera oriental.

Estas tres lagunas proporcionan empleo a casi 1.000 pescadores cuyos ingresos cada día son más reducidos por escasez del recurso pesquero.

Del otro lado, el Embalse del Guájaro, que beneficia a los municipios de Sabanalarga, Repelón, Manatí y Luruaco, fue construido por el Incora en 1964 y 1965, con un área inicial de 16.000 hectáreas. Hoy su espejo de agua se ha reducido a tan solo 12.000 hectáreas, producto de la sedimentación, la elevada contaminación de los alcantarillados de los municipios vecinos y los residuos agroindustriales.

Pero el más grave problema que está afectando el Embalse del Guájaro es la contaminación minera proveniente de la explotación de las canteras de Luruaco, Rotinet y Arroyo de Piedra, donde alrededor de 15 empresas explotan material para construcción, sin ningún control ambiental.

Para el Consejo de Estado, (Sección Quinta, sentencia de septiembre 4 de 2003, radicación 2000- 00112-01), “el humedal es un refugio ecológico transitorio o permanente de aves que en sus migraciones recorren el continente o el país... los humedales juegan un papel importante en el mantenimiento del equilibrio del ecosistema a través de las funciones que cumple, y su conservación es un imperativo porque coadyuva al mantenimiento de la calidad del medio ambiente, especialmente de aquellos residentes en sus áreas de influencia”.

Los humedales son considerados como bienes de uso público y en los procesos de desecamiento natural o artificial por parte de particulares estos no pueden alegar dominio privado, pues según el artículo 63 de la Constitución Política son inalienables, imprescriptibles e inembargables.

Si un humedal se seca por razones naturales, el área seca puede convertirse en un bien fiscal de propiedad de la Nación; ahora, si se seca por voluntad de un particular, dicha área no genera derechos adquiridos, por cuanto el procedimiento fue ilegal y violatorio del artículo 331 del Código Penal.

Por Francisco Cuello Duarte
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