Colombia es un país de desplazados. La violencia de dos siglos, a la que nos da miedo y pereza acabar, nos ha convertido a centenares, a miles, a millones de colombianos en desterrados. Desterrados que sin techo deambulan como zombis, por las iglesias, durmiendo en hamacas colgadas en los parques, o arropados con cartones en las esquinas o como monos en las capas de los árboles. Un significativo número de colombianos son desplazados por la violencia.

En un país así, tener una casa es un privilegio. No un derecho, pues los derechos deberían ser iguales para todos. Pero la realidad nos golpea que no todos los colombianos gozan de una vivienda digna como es el sueño constitucional. Por ello es paradójico en Colombia que cuando una ciudad, como Barranquilla, se convierte en la casa de todas las ilusiones del país, esta condición no sea aceptada unánimemente como una señal de complacencia nacional.

Afirmo lo anterior porque el país no ha disfrutado, de manera solidaria que la Selección Colombiana de Futbol haya logrado, otra vez, la clasificación arrollante del Mundial de la Samba desde Barranquilla, su casa.

Aún existen manifestaciones de resentimiento, desde diferentes puntos del país andino, porque ese magnífico logro se conquistó en la tierra del Río y del Mar, en la tierra del realismo mágico.

Tener casa, como morada, como hábitat, debe ser un orgullo. Y por ello los barranquilleros nos sentidos orgullosos de habitar, con nuestro entusiasmo, de ‘la Casa de la Selección’ y de contribuir, con nuestro calor humano, al triunfo nacional. No existe otro rincón de Colombia que dé ese calor y esa pasión por lo nuestro, ala! de ese orgullo de la casa quería hablar para que no nos dejemos menoscabar por quienes aún deseas desconocer la realidad.

Pero estas líneas no las podría concluir hoy, 28 de octubre del 2013, sin declarar el otro, o uno más, de los orgullos de la casa: los 80 años del EL HERALDO, el diario de Barranquilla. EL HERALDO es, en los 200 años de vida de Barranquilla, nuestra casa. No hay barranquillero que se respete que no sienta orgullo que la ciudad tenga un diario con 80 años de brega por un periodismo libre. Y liberal en el sentido filosófico del concepto. EL HERALDO hace parte de nuestra tradición familiar y de ciudad. Es un hijo de esta ‘casa grande’ que es Curramba, la bella.

Para mí y permítanme decirlo, EL HERALDO me recuerda, cada día, a mi abuela María Isabel, pues ella me lo descubrió una tarde de sábado, de hace más de 40 años, cuando me llevó una página del diario donde el entonces director, hoy emérito, Dr. Juan B. Fernández Renowitzky, había publicado unos versos que había escrito a tres grandes como lo fueron Pablo Picasso, Pablo Neruda y Pablo Casals. En esa ocasión el director, que aún tenía la tragedia de Chile en la mirada, escribió: “No publicamos versos, sino en casos muy excepcionales. Como esta de los “Muertos tremendamente vivos”. Que reproducimos de la revista del Colegio Alemán. Son los versos de un estudiante pero son buenos versos. Su autor es Gaspar Hernández Caamaño, estudiante de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Atlántico y de Derecho en la C.U.C Nacido en Barranquilla”. Desde entonces, de la mano de Juan B, quien me enseñó a redactar una cuartilla, estoy en esta casa, con el orgullo de ser un colaborador más y un colega de todos y de todas de los que hacen de EL HERALDO su hogar.

¡Hola casita! ¡Bienvenidos a esta celebración en casa, colombianos todos!

gasparemilio2@hotmail.com