Por una mano de guineos te daban una bola de dulce. Por un litro de leche, un arrancamuela, y cuando la compra era mayor, la ñapa era una colombina o una costra de dulce. Tendero que no daba ñapa, no vendía, porque los mejores clientes de las tiendas de barrio éramos los pelaos, que nos peleábamos por hacerle el mandado a la mamá, por el interés de la ñapa. Aunque con el paso del tiempo y la sofisticación del lenguaje, la palabra ñapa ya no se usa, porque ahora les parece corroncha; la ñapa se sigue dando, disfrazada con nombres como: Sale, Pague 1 y lleve 2, Promoción, Discount, Liquidación Total, Combos y, el preferido, % Off, al cual anteponen una cifra que es solo trampa para coger ‘musiules’ y en la cual las más adictas a caer son las mujeres, quienes no resisten el 50, 60 o 70% Off, que en grandes letras rojas colocan en vitrinas, folletos y hasta en la sopa. Pero hay además otra clase de ñapa moderna y es la que te dan cuando llamas por teléfono a una entidad a quejarte por un mal servicio que te han prestado y te atiende la máquina; la bendita máquina, la maleducada, la que no escucha y te recibe con un: “En el momento todos nuestros agentes están ocupados” y te tienen como un pendejo esperando largo rato, hablándote bellezas de la compañía y de lo “importante” que es tu llamada para ellos (ja, ja, ja) y cuando, ya desesperado, quieres mentarle la madre; no puedes, porque la máquina no tiene madre. Esta es la ñapa que te enciman a un mal servicio, público o privado. Por eso añoro las ñapas de bola de dulce, colombina o costras de la tienda de los chinos, a quienes nunca tuve necesidad de recordarles la progenitora.
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