Cuando muere un personaje de renombre internacional es normal que se genere controversia, y que sus obras y contribuciones al mundo automáticamente se vuelvan más apetecidas, con lo cual adquieren valor en el mercado .

La muerte de nuestro Nobel de Literatura no fue la excepción, por lo que vimos que los medios de comunicación alrededor del mundo volcaron su atención hacia este prodigio de las letras. Así mismo las editoras, que son las que imprimen, distribuyen y venden los ejemplares, hacen su agosto aprovechando el despliegue publicitario y la fama post mórtem .

Gabo, como exponente de las industrias creativas merece toda la exaltación posible. Como bien lo escribió en una de sus obras más conocidas Vivir para contarla: “Desde entonces no me gané un centavo que no fuera con la máquina de escribir, y esto me parece más meritorio de lo que podría pensarse, pues los derechos de autor que me permitieron vivir de mis cuentos y novelas me los pagaron a los cuarenta y tantos años, después de haber publicado cuatro libros con beneficios ínfimos”.

Vivir en los años 80 únicamente de su capacidad creativa ha debido ser una labor titánica, exaltando además una gran valentía por parte del joven del pueblo de Aracataca.

Y mientras los más amarillistas solo opinaban que Gabo era un ingrato con Aracataca porque no había sufragado el acueducto de la población, yo me preguntaba por qué le exigían esto a un simple escritor que se hizo literalmente a pulso pasando precariedades hasta ser un reconocido personaje de las letras y exaltar el nombre de Colombia a nivel mundial. Le exigen a un Nobel de Literatura un deber del Estado, como es la creación del acueducto de la población, y yo me pregunto, ¿dónde estaba ese Estado para apoyar a Gabo en sus inicios como artista en potencia?

Es fácil criticar y mirar al Gabo exitoso, pero nadie en la cúspide de una carrera de éxito mira los obstáculos, los momentos de sufrimiento y precariedades que le tocó vivir al artista. ¿Por qué no empezar por reflexionar respecto de cuáles son las ayudas del Estado para incentivar y apoyar la creatividad y el talento de los artistas emergentes? Ojalá que la pérdida de nuestro único Nobel de Literatura sirva para la creación de una política pública relacionada con las industrias creativas para que tengamos muchos más Gabos, Shakiras,

Carlos Vives. La gran mayoría de los artistas empiezan con un sueño y los bolsillos más que vacíos, pero en los países desarrollados como Estados Unidos, Inglaterra y España reciben apoyo o por lo menos son respetados y hacen parte de la economía creativa o del entretenimiento. En nuestro país sigue la concepción de que no hacen parte de la economía nacional. El artista trabaja solo y muchas veces sin el apoyo de nadie, enfrentando obstáculos y precariedades económicas, muchos que no logran el éxito caen en vicios por esa misma sensibilidad que poseen y por la cual son altamente criticados.

Colombia, en su realismo mágico y como semillero de artistas, está en mora de crear esa política pública que logre vincular a los miembros de la economía creativa, llamada por el Banco Interamericano de Desarrollo –BID– Economía Naranja, mediante la creación de incentivos tributarios, apoyo a los emprendimientos creativos y la creación de un ecosistema para las industrias relacionadas con el arte.

@ginadeecheona
gina@decheonafranco.com