No hay mejor libro de medicina que los pacientes, los médicos aprendemos en la interacción con los que acuden en busca de ayuda para resolver un problema. En estos días un chico de 16 años me enseñó una palabra sobre la que no tenía la menor idea. Me dijo al final de la sesión que él creía ser un limerente y me invitaba a que investigara el término para que yo le confirmara si lo era o no y qué podía hacer para resolverlo. Apenas salió del consultorio agarré el celular para buscar en el Larousse virtual.

Lo acuñó la psicóloga Dorothy Tennov en un libro de 1979 llamado Amor y limerencia: la experiencia de estar enamorado. Es un término –limerence, en inglés– que no tiene etimología, fue escogido por su sonoridad y describe fundamentalmente “un estado mental involuntario el cual es resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra, combinada con una necesidad imperante y obsesiva de ser respondido de la misma forma”. Inicialmente se asoció con lo que se conoce como estar locamente enamorado pero, ante la aparición persistente de ciertos comportamientos en los sujetos de la investigación, el concepto se asimiló al trastorno obsesivo compulsivo y se redefinió como “un estado involuntario interpersonal que involucra pensamientos, sentimientos y conductas obsesivas, compulsivas e invasivas que están sujetas a una percibida reciprocidad emocional de parte del objeto de interés”. Puede ser ‘experienciada’ como intensa alegría o como extrema desesperación.

Hoy ha sido redefinida como la enfermedad del amor y se le atribuyen estos 10 síntomas: 1) Generarse de forma brusca e involuntaria. 2) Pensamientos incontrolables e invasivos sobre la persona amada. 3) Idealización positiva o negativa de las características del otro. 4) Extrema timidez y confusión delante del otro con palpitaciones, sudoración, enrojecimiento facial y temblores. 5) Miedo al rechazo, desesperación o ideas de suicidio. 6) Aumento de la euforia cuando hay aparente interés de parte de la otra persona. 7) Fantasías de encuentros con el individuo amado. 8) Recordar a la persona deseada en todo momento y actividad. 9) Organizar agendas de modo de forzar encuentros con esa persona. 10) Reproducir en la mente de manera persistente y obsesiva los encuentros con el otro.

Dos diferencias con el enamoramiento. La primera es que el enamoramiento tiene una duración razonable de meses, mientras la limerencia puede durar años. La segunda es que el enamoramiento se constituye en un proceso reconfortante para ambos, mientras que al sujeto limerente lo único que le importa es que haya reciprocidad hacia esas emociones distorsionadas.

Discutí con el joven sus síntomas y, por supuesto, no es un limerente sino un chico que empieza a navegar las tormentosas aguas del amor y cree estar enamorado de una chica de su salón de clases y le dan unos síntomas naturales cuando ella está cerca, pero no tienen la intensidad ni la distorsión de las emociones del trastorno.

Transmito a los padres este concepto que me enseñó un joven inteligente para que le ayuden a entender a sus hijos menores que creen estar enamorados y les arman unas pataletas terribles si no les permiten tener un noviazgo a edades inapropiadas.
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