Qué hermoso es ver al país unido, como un solo cuerpo, apoyando a la selección nacional de fútbol; y qué preocupante fue verlo dividido, casi visceralmente, en las últimas elecciones presidenciales. Bueno, el fútbol es un deporte, lo otro es la toma del poder.

Difícil predecir lo que viene para Colombia. Es probable que los acuerdos de La Habana lleven al desarme de las Farc, y sea este el principio de un gran cambio cultural en el país, donde empecemos a construir “una nueva utopía colombiana”.

El gran desafío, probablemente, será comenzar por lograr la modificación del modo de pensar de nuestra sociedad. De hecho, casi todos los colombianos de hoy nacieron en un país en conflicto armado; y, por lo vivido, han acumulado grandes cantidades de dolor, de injusticias, y mucha rabia.

Para construir una verdadera paz, junto a los cambios socio-económicos, debemos —desde las escuelas, las universidades, los medios de comunicación y las artes, entre otras fuentes— ir sustituyendo el modo común de pensar de la gente, de manera que permita lograr que la sociedad civil construya un distinto modo de ver la vida y sus valores.

Las batallas de esta nueva utopía serían ya no con armas, sino con ideas, que permitan ir renovando ciertos valores asentados en la sociedad. Tendríamos que pasar de un momento destructivo de ciertas creencias a un momento constructivo de una nueva cosmovisión, a fin de establecer un naciente sentido común centrado en los valores de la convivencia, la ciudadanía, la colaboración, el trabajo en equipo y el respeto a las ideas y a las formas diversas de vida.

Los cambios culturales son lentos y las posibilidades de retroceso se dan incluso en la línea cultural más progresista. El presidente Santos tiene una oportunidad única para liderar este proceso de cambio cultural. Recibió un apoyo muy transversal que aglutinó a empresarios y trabajadores, a conservadores y liberales, y a la izquierda democrática. Pero también tendrá una oposición muy consolidada, que es muy necesaria para la confrontación de las ideas.

Si queremos una paz duradera, quizás la primera meta que el nuevo gobierno debe lograr es consolidar su gobernabilidad, reforzar el sistema judicial de modo que garantice los derechos de todos los ciudadanos, y lograr unas fuerzas armadas comprometidas con los acuerdos de paz. Si no se logra que estos tres poderes funcionen coherentemente, la paz estaría en peligro.

Es el momento de escribir una página importante en la historia de Colombia. Doña Mercedes, la de “Juampa”, es el retrato de millones de colombianos que, a pesar de su desventura, mantienen el humor y la esperanza de una vida mejor. Los grandes cambios no deben ser solo económicos, sino también en nuestras concepciones del mundo: las que se manifiestan en todos los aspectos de la vida, en especial, mediante los medios de comunicación, que son hoy los que forman la opinión y las ideas de la mayor parte de la gente.

Es el momento de la evolución democrática. ¡El presidente Juan Manuel Santos tiene la palabra!

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