El empleo es un factor determinante para lograr el desarrollo económico y social. Más allá de la importancia crucial que reviste para el bienestar individual, es el eje de muchos objetivos más amplios de la sociedad, como la reducción de la pobreza, el aumento de la productividad en toda la economía y la cohesión social.
Los empleos que generan más beneficios para el desarrollo son aquellos que hacen que las ciudades funcionen mejor, conecten la economía con los mercados internacionales, protejan el medio ambiente, promuevan la confianza y la participación cívica o reduzcan la pobreza. Los beneficios que genera el empleo en el desarrollo incluyen la adquisición de conocimientos especializados, el empoderamiento de la mujer y la estabilización de sociedades que salen de conflictos.
Los empleos que contribuyen a lograr estos objetivos más amplios resultan valiosos no solo para quienes los tienen, sino también para la sociedad en su conjunto: son beneficiosos para el desarrollo y la cohesión social.
Actualmente, los jóvenes son más educados, pero se han enfrentado a una creciente precarización de los mercados laborales, lo que los ha llevado a cuestionarse si la educación y el trabajo son realmente medios de progreso personal y social. Además de que la delincuencia y violencia juvenil desafían la cohesión de las familias y de la sociedad.
La incapacidad para encontrar un empleo genera en los jóvenes una sensación de inutilidad que puede conllevar a problemas de salud mental, conductas violentas, alcoholismo, drogadicción y cooptación por parte de grupos delincuenciales. Asimismo, la falta de ingresos de los jóvenes afecta el patrimonio familiar y hace necesario mayores subsidios públicos para atender los problemas colaterales, como la falta de seguridad social y el incremento en los índices de criminalidad, lo que junto con el reclutamiento voluntario o forzoso de muchos jóvenes por parte de grupos delincuenciales ha disparado los índices de criminalidad.
No hay que olvidar que “el trabajo es un integrador muy poderoso de la sociedad y elemento clave de la inclusión o exclusión social” por lo que las discrepancias entre las limitaciones actuales del mundo del trabajo y las perspectivas de vida de los jóvenes pueden traer consigo problemas importantes de cohesión social, especialmente cuando se entremezclan con demandas democráticas o la oposición a reformas en los sistemas educativos o de seguridad social, como ha sido el caso de las revueltas sociales con amplia participación juvenil observada recientemente como el movimiento de los “indignados” en los países europeos y en estados Unidos.
El hecho de que una parte importante de los jóvenes no pueda ocuparse o lo haga en condiciones precarias afecta necesariamente la sustentabilidad futura y la cohesión social colombiana.