En 1863 la empresa fabricante de bolas de billar Pheland y Collander, de los Estados Unidos, prometió un premio de 10.000 dólares a quien lograra encontrar un material más ligero que permitiera sustituir el marfil usado para fabricar las bolas de billar. John Wesley Hyatt participó en el concurso, no ganó el premio pero descubrió un plástico que patentó con el nombre de celuloide. Noventa años después el químico alemán Karl Ziegler desarrolló el polietileno, y al año siguiente el italiano Giulio Natta sintetizó el polipropileno, y todos ellos son los responsables de que hoy tengamos, entre otros productos, las bolsas plásticas que pueden estar hechas de polietileno de baja densidad, polietileno lineal, polietileno de alta densidad o de polipropileno y/o polímeros de plástico no biodegradable, con espesor variable entre 18 y 30 micrómetros.
Cifras públicas indican que en el mundo se consume 1.000.000 de bolsas plásticas cada minuto, y entre 500 billones y 1 trillón anuales. En Colombia, solamente los clientes de Carrefour consumen en promedio al año 100 millones de bolsas plásticas. Fabricar una bolsa plástica toma un segundo, pero son utilizadas en promedio 20 minutos, y tardan entre 100 y 400 años en degradarse, y en algunos casos nunca lo harán, produciendo en su descomposición pequeñas partículas de petro-polímeros que son ingeridas por tortugas, garzas y peces, causando su intoxicación y muerte, sin contar los miles de animales que fallecen al enredarse con las mismas. Además contaminan afluentes y depósitos naturales de aguas, incrementan las posibilidades de riesgos a padecer enfermedades cancerígenas (debido a compuestos químicos tóxicos que contienen algunos plásticos), emisiones de gases tóxicos y venenosos al incinerarlas, y taponamiento de alcantarillados que aumenta el riesgo de inundación.
Solo el 1% de las bolsas plásticas se reciclan, ya que es más barato producir una nueva, lo que arroja que el 14% de toda la carga que llega a los botaderos de basura y a los rellenos sanitarios, sean bolsas plásticas y materiales de la misma propiedad.
Por lo anterior, se han hecho diferentes esfuerzos a fin de contrarrestar los efectos ambientales negativos que producen las bolsas plásticas y sobre los que no hay duda alguna, tales como las normas que prohíben o desmotivan su uso, como la Ley Argentina Nº 13868 de 2008; la Resolución N° 329 de junio de 2002 de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; las resoluciones 829 y 4849 de 2011 de la Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá y, recientemente, la Ley del Estado de California. Igualmente, la elaboración de bolsas plásticas biodegradables; el programa de uso racional de bolsas plásticas autoimpuesto por los hipermercados que, en los próximos 3 años, deberán reducir en un 30% los 470 millones de bolsas que producen al año; las bolsas reutilizables o de tela, y los créditos para los productores de bolsas plásticas a fin de que se reorienten a la fabricación de bolsas reutilizables. Pero en ningún caso podemos volver a la bolsa de manigueta de papel, ni mucho menos al canasto de mimbre, porque en su fabricación se causan mayores efectos negativos ambientales.
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