Amenofis IV, también conocido como Akenaton, rey de la Dinastía egipcia(1635-1336 a.C.) hizo del sol el único dios para todos. La religión de Atón(el sol) es quizás el primer monoteísmo conocido. Ocurrió casi mil cuatrocientos años antes de Jesús. Su doctrina fue que el sol era el único dios ya que los rayos solares iluminan sin ninguna clase de discriminación a todos los seres humanos.

El Himno al sol de Amenofis IV se cuenta entre los más hermosos poemas de cualquier pueblo de cualquier tiempo.
Sin embargo la religión monoteísta no tuvo éxito. Su sucesor Tutankhamon retornó a la anterior idolatría. Atón, el sol, no necesitaba de templos ni de sacerdotes, lo que perjudicaba a una cantidad de intereses materiales. La reforma influyó en el arte, que adquirió una ‘vitalidad’ y un realismo sorprendentes. El Himna al sol influyó, según los historiadores, en Moisés, es más algunos de sus mitos se hallan en la Biblia(creación del hombre, orden de la creación, diluvio, etc.). Moisés posiblemente nació a principios del siglo XIII a.C. Y el Cantar de los Cantares de Salomón recoge textos del Himno al sol de Amenofis IV.

A no dudar, Amenofis IV aportó a la convivencia en paz de la humanidad.

Zoroastro, o Zarathustra, castellanizado Zaratustra, es el nombre del profeta fundador del mazdeísmo, o zoroastrismo.

Se sabe poco o nada de Zaratustra de manera directa. Algunas fuentes argumentan que él es más bien un título dado a una serie de maestros(hasta cuatro), más que el nombre de uno concreto de ellos o que se tomó el nombre del último.

Así, que hacia el siglo VI a.C. irrumpió en el Imperio Persa una corriente monoteísta que cambió radicalmente el panorama religioso local. Se trata de una creencia en torno de un dios creador único, Ahura Mazda, cuya prédica inició Zoroastro o Zaratustra entre los antiguos pueblos bactrianos, aunque rápidamente se lo asimila a los persas iranios.

Parece ser que el sabio Zaratustra había realizado un retiro espiritual de 10 años, tras lo cual se le apareció el dios Ahura Mazda, que le ordenó predicar su doctrina. Desde entonces Zaratustra lo hizo. La leyenda señala que posiblemente murió asesinado, aunque envuelto en un destino divino, pues supuestamente Ahura Mazda lo rescató de su agonía envolviendo su cuerpo en un rayo que lo dirigió al cielo. Antes de morir, Zoroastro dejó las líneas fundamentales de su pensamiento plasmado en un texto sagrado, conocido como ‘Avesta’. Su objetivo fue la búsqueda del hombre justo, dedicándose a la meditación sobre el accionar humano.

Zaratustra distinguió dos fuerzas en permanente lucha entre sí: La del Bien y la del Mal. La primera ‘inmanente a Ahura Mazda´, dios bondadoso. La segunda, promovida por uno de los hijos del dios Angra Mainyu, representaba el espíritu destructor e impuro.

Zoroastro identificó la vida humana como el terreno en que estas dos fuerzas dirimen sus oposiciones y que sólo terminan cuando el Bien se imponga definitivamente. Para ello, el mazdeísmo propone la multiplicación de acciones positivas, bondadosas, a las que se llega por el camino de la meditación, la verdad y la fe.

Los mazdeístas no adoran imágenes y carecían de templos. Para Zoroastro era el hombre quien debía, en su ´conciencia y voluntad’, cuál de los caminos seguir y están determinados en buena medida por la educación y el tipo de actos que realiza.

El zoroastrismo hace propia la tradición de un dios único y primordial, creador de cada uno de los cuerpos celestes del universo y de todas las criaturas de la Tierra.

A Ahura Mazda le correspondió la invención del Bien y del Mal, como ‘opuestos enfrentados que decidirán el devenir de la vida’.

De esta manera, la materialización de los seres humanos, como su espiritualidad, son obra de un mismo fundador.
Así, que tampoco puede dudarse que el mazdeísmo propicia la convivencia pacífica.

Jesús de Nazaret, también conocido como Jesús, Cristo o Jesucristo, es la figura central del cristianismo y una de las figuras más influyente de la cultura occidental. Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30, bajo el gobierno de Poncio Pilatos. Lo que se conoce de Jesús depende en parte de la tradición cristiana, especialmente de la utilización para la composición de los Evangelios sinópticos, redactados, según opiniones mayoritarias, unos 30 o 40 años, como mínimo, después de su muerte.

Es incuestionable la revolución social que representó su predicamento en el sentido de que el Dios que proclamaba era para todos los seres humanos de su época y para la eternidad; y su filosofía de justicia social y equidad ha cambiado la mentalidad, para bien, a la humanidad. Filosofía en que se han fundado, a no dudar, los principales documentos internacionales de la normatividad y lineamientos éticos, morales y de derechos y deberes. Tal como el legado de la Revolución Francesa, el proceso social y político ocurrido en Francia entre 1789 y 1799: “La declaración de los Derechos del Hombre, los ciudadanos”(Libertad, Igualdad, Fraternidad).

En síntesis:

Con Amenofis IV, Zoroastro y Cristo la humanidad ha llevado los principios y valores, la axiología, a términos que de seguirse, la convivencia pacífica productiva, con equidad, justicia social, seguridad y modernidad es más probable de alcanzarla.

Es precisamente éso, en lo que la axiología de la Casa Santos-Calderón-Rodríguez en Colombia está empeñada en lograr:

Una vida digna o “Prosperidad para todos” en paz duradera y estable con equidad, justicia social, seguridad y modernidad. Y, a fe que va en el camino del éxito.

Raúl Arzuza Cuesta
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@raul_arzuza