En el colegio nos enseñan que los países desarrollados tienen una economía basada en el sector servicios. Dicho esto, Colombia es un país desarrollado, pues 3 de cada 5 pesos lo aporta este sector.
Esta afirmación es una falacia, puesto que detrás de este indicador se esconde una historia de terciarización espuria, donde el paso de un sector a otro no estuvo motivado por el aumento de la productividad que generó los excedentes suficientes para la reconfiguración del aparato productivo y especialmente de la ubicación de la mano de obra.
Para el caso colombiano, estos cambios no se dieron de forma natural, como lo esperaba la teoría. Estuvieron motivados por factores externos a los puramente económicos, como el conflicto y la deficiente voluntad pública para una verdadera política industrial, entre otros.
Por esto es que el sector servicios lidera, no solo en aporte al PIB y empleabilidad, sino también en informalidad. Situación marcada especialmente en la oferta turística, donde la estacionalidad de la demanda hace propicio una movilidad del trabajo informal en aras de captar rentas temporalmente disponibles.
De acuerdo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, usando datos del DANE, el sector turístico emplea anualmente a aproximadamente 1,7 millones de personas, de las cuales el 55% son de carácter informal, superior a la media nacional. Que nuestro turismo no logre generar la estructura adecuada para la formalidad de su mano de obra evidencia que no se preparó adecuadamente para enfrentar la creciente demanda que experimenta el sector.
Lo anterior da lugar a que la oferta informal de servicios turísticos o la prestación informal de los mismos no faciliten los eslabonamientos productivos que permitan el desarrollo social y económico de las comunidades que residen y subsisten del sector.
Cabe destacar que la informalidad disminuye los ingresos fiscales, y con ello la posibilidad de proveer servicios de seguridad social, es una fuente de inestabilidad laboral, afecta negativamente los ingresos de los trabajadores y aumenta la vulnerabilidad de los derechos de los trabajadores.
Por eso, cuando esté de vacaciones y vea que su paraíso turístico no es paraíso para quien lo está atendiendo tenga la certeza que es producto de la informalidad del sector.
* Profesor del IEEC, Uninorte.