Según la FAO, existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfacen sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana. Hablar de seguridad alimentaria no se limita a disponibilidad de alimentos, se debe garantizar acceso, utilización y estabilidad periódica en el consumo.

Las recientes cifras de la FAO muestran avances en cuanto al cumplimiento de los objetivos del milenio relacionados con la reducción del hambre en el mundo. Actualmente hay 167 millones de personas subalimentadas menos respecto a un decenio atrás. Aunque la FAO señala que el progreso se ha visto obstaculizado por la lentitud del crecimiento económico y la inestabilidad en las políticas de regiones como África central y Asia occidental.

Para Colombia, según datos del Dane y la encuesta ENSIN, en promedio el 42,7% de los hogares son alimentariamente inseguros, y lo son el 54,4% para el departamento del Atlántico.

Hay tareas pendientes. En cuanto al acceso según la Hoja de balance de alimentos, Colombia es un país autosuficiente en materia alimentaria. No obstante, persisten barreras (físicas y económicas) para acceder a estos. Para las primeras lo importante es la gestión de la distribución, pues zonas como La Guajira, la costa Pacífica, el Vichada y Guainía, donde la producción agrícola no es fácil, ven en las condiciones geográficas y la ausencia de infraestructura y logística de la distribución un limitante más para obtener los alimentos.

En cuanto a restricciones económicas, la pobreza impide no solo el financiamiento de los alimentos sino el acceso al grupo de alimentos que garantiza una dieta con la riqueza de nutrientes suficiente para disminuir los riesgos sobre la salud y la calidad de vida. Por ejemplo, el promedio nacional de obesidad en la población de 0 a 4 años es de 5,2% y de 6,9% en el Atlántico.

Aunque para la FAO la tendencia de Colombia en cuanto a reducción del hambre es positiva, actualmente no cumplimos con la meta. Sí lo han hecho Argentina, Brasil, Chile, Guyana, Nicaragua, Perú, Venezuela y Uruguay. El porcentaje de personas subalimentadas en el país ha pasado de 14,6% en 1990 a 8,8%. Si bien la reducción es de 39,8%, nos mantenemos en un proceso lento para cumplir la meta del 5%.

Finalmente la inseguridad alimentaria implica también el desempeño de los mercados agrícolas. Este sector es el de menor crecimiento en el país, con un ritmo que es la mitad del crecimiento PIB total. La participación del sector agrícola ha pasado del 25% en 1965 a un actual 6%.

Son muchas las tareas pendientes, y aún se necesita de esfuerzos importantes si no queremos una mala nota en la tarea de mejorar las condiciones de vida de la población.

*Directora del IEEC, Uninorte.
Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de El Heraldo.