Cormagdalena, la entidad del Estado con más influencia en el desarrollo y competitividad de Barranquilla, tiene desde la semana pasada un nuevo director titular. Álvaro Mendoza Mazzeo –ocañero de nacimiento, aunque con las más profundas raíces en Puerto Colombia y en esta ciudad en la que ha vivido casi toda su vida por voluntad y con ocasión de cargos que ocupó en la Armada Nacional– tiene todas las capacidades y méritos para ejecutar con excelencia las funciones que por ley le han sido asignadas, y para darle vida al agua del río Magdalena.
Y, de paso, para hacer realidad el sueño de todos los habitantes y visitantes del barrio Las Flores, al que conoce muy bien, de contar con un malecón turístico.
El agua del río es vida, pero también puede ser muerte si el mismo sigue siendo el sumidero, depósito y receptor de la mayoría de los vertimientos de aguas negras y/o residuales generadas por la mayoría de los 596 municipios que hacen parte de su cuenca, y en especial por los más de 5,8 millones de personas que viven en esas poblaciones ribereñas. A este grave escenario se suman todos los desechos y residuos tóxicos y venenosos que genera la minería criminal.
Un estudio de 2013 sobre las condiciones sociales y ambientales del río, liderado por Óscar Amaya como procurador delegado para Asuntos Ambientales y Agrarios, señala que la contaminación causada en la aguas del Magdalena impacta, de manera significativa, en la salud de los habitantes ribereños debido a que la calidad de la potabilización y el tratamiento es muy baja, porque muchos de los acueductos municipales se encuentran deteriorados, otros dañados o, simplemente, operan de manera precaria debido a la falta de mantenimiento.
A lo anterior, según el mismo estudio, hay que sumar que en gran parte de la cuenca del río Magdalena no hay plantas de tratamientos de aguas residuales, y en donde existen funcionan de manera ineficiente porque muchas están dañadas y otras no están en operación.
Si la cuenca del río Magdalena es la principal arteria de Colombia y el 49% de la población depende directa o indirectamente de los servicios económicos y ambientales que esta proporciona, resulta indispensable e inaplazable, tal como lo ha venido solicitando la Procuraduría Ambiental, un liderazgo de Cormagdalena para que, en conjunto con los ministerios de Ambiente y Vivienda y las 31 autoridades ambientales con jurisdicción en la cuenca, se articule una nueva Alianza Público Privada, no para recuperar su navegabilidad, porque ya está en camino, sino para darle vida a su agua, pues de lo contrario la muerte lo seguirá acechando.
La vida al agua del río debe incluir, también, el fortalecimiento de la sociedad Piscícola San Silvestre y su Centro de Investigación y Desarrollo Hidrobiológico, de la que Cormagdalena es principal accionista, para que se incremente su accionar y beneficie no solo al puerto petrolero de Barrancabermeja, sino todos los cuerpos de agua que se nutren del Magdalena, a fin de que se recupere e incremente su riqueza ictiológica y con ello brindarles a las poblaciones ribereñas una alternativa de trabajo y alimentación.
Al Capi, como le decimos todos en Barranquilla, le deseamos el mayor de los éxitos.
@clorduy