Hace quince años, durante la celebración de un campeonato nacional de natación en Barranquilla en el sitio que ocupaba la delegación de Antioquia, en la Piscina Olímpica, hubo de pronto una explosión de júbilo. Los presentes nos extrañamos porque en ese momento no se desarrollaba ninguna competencia.

La algarabía solo la entendían sus protagonistas. Se enteraban de que el gobernador de Antioquia acababa de nombrar como director de Indeportes a quien venía de dejar la presidencia de la Liga de Voleibol. Al preguntarle al delegado sobre esa escogencia, me dijo emocionado que todo se debía a que el designado venía del deporte, de la dirigencia, en este caso.

A ellos no les importaba de qué disciplina procedía, lo primordial “es que le duele el deporte. Sabe dónde duele y lo importante que es cuidar cada peso que le toca a las ligas para sacar adelante su programa y la compra de implementos”, me dijo emocionado el directivo.

Y eso me produjo envidia. Nada del cuento de la sana, sino envidia, porque en el Atlántico no hemos podido sacar el deporte adelante. Solo ronda la mezquindad. Invito a repasar los recursos que ha recibido este renglón en los últimos 25 años y la conclusión es sencilla: da pena. Gobernadores, diputados y congresistas miran la actividad muscular con desdén. Diría que a muchos les produce asco. “Eso es para gente de estrato bajo”. Lo peor que le puede suceder al deporte es que alguien que haya estado en sus entrañas llegue a ocupar un cargo de poder. No hay forma que le entreguen los recursos. Pasaron sin pena ni gloria, aunque más de lo primero.

Tres días después de haber entregado el cargo de gobernador, el cual ejerció por siete meses, le pregunté a Alejandro Char, en la redacción de EL HERALDO, por qué él le dio al deporte, en tan corto tiempo, más recursos que los que sus antecesores habían entregado en años. Me respondió que él no había inventado nada, que ahí estaban las partidas.

Entonces, ¿por qué no le llegaron al deporte?

“No sé. Yo cumplí con lo que ordenaba la ley. Lo demás que lo investiguen las ‘ías”. Así es. Pero nada pasó. El deporte en el Atlántico sigue hundido. Verano tiene una segunda oportunidad…