Santos nos dejará un país en ruinas. Ya está entrenado para eso. Porque siendo ministro de Hacienda de Andrés Pastrana nos dejó, como dice el pueblo, en la cochina calle. Ahora, como Presidente, la cosa va peor y terminará sabe Dios dónde.

Hagamos una cuenta sencilla sobre el endeudamiento externo, que año por año pagamos con cargo al enflaquecido presupuesto Nacional.

A comienzos de este año ya había crecido la deuda en grandes proporciones. Sin embargo, no era tan grave el asunto, porque nos llovieron los dólares de la bonanza petrolera, que despilfarró sin compasión. De aquello no quedó nada. Todo se fue en mermelada. Pero a pesar de semejante regalo ya teníamos a cuestas un pesado fardo de cincuenta y seis mil millones de dólares, que a la tasa “Cárdenas” de mil ochocientos cincuenta pesos por dólar, sumaba un preocupante resultado de más de ciento tres billones de pesos.

Pero Juanpa no se anda con pequeñeces. Así que subió la deuda en más del 12% en el año, para ponernos encima obligaciones externas por casi sesenta y tres mil millones de dólares. ¿Mucho, verdad?

Pero aquí entra a jugar la devaluación que se desató por la mala política económica del Gobierno y del Banco de la República. Y el dólar “Cárdenas” es apenas la reminiscencia de otra estupidez oficial, y hoy el dólar pasó la barrera de los $3.200. Así que la deuda en pesos, que son los que tenemos que producir para pagar, va en poco más de doscientos billones de pesos. En grandes números, Juanpa nos dobló la deuda externa pública en un año.

Ahí no paran las cosas. Porque también ha hecho lo suyo en la deuda interna, que para simplificar es la representada en los famosos TES, cuyo valor pasa por encima de otros doscientos billones de pesos. En cifras bien simples, don Juan Manuel nos tiene endeudados en cuatrocientos billones de pesos, que equivalen al 50% del PIB. Uribe y su Ministro Oscar Iván Zuluaga, le entregaron una deuda total equivalente al 31% del PIB.

Haciendo cálculos bien austeros, servir esta deuda nos costará el año entrante alrededor de cincuenta billones de pesos. No hemos pagado un maestro, ni un médico, ni un policía y ya vamos en cincuenta billones de pesos de gasto totalmente improductivo. Eso, señores, se llama quiebra.

La factura de las pensiones anda por niveles semejantes y las transferencias a los departamentos y los municipios no se quedan atrás. Estos tres cheques, el de la deuda, el de las pensiones y el de las transferencias se comen más de ciento cincuenta billones de pesos. Y el presupuesto de gastos de funcionamiento no se contrae y los compromisos de inversión son gigantescos. No queda un centavo para mermelada y ya raspamos la olla.

Vale la pena otra cuentica. El gran activo no financiero de la Nación es la propiedad de Ecopetrol. No hace mucho, cada acción valía $5.600 y hoy se cotiza en $1.210. De cada acción perdimos el 80% de su valor. Eso, por supuesto, no le ha pasado ni de lejos a la Shell, ni a Exxon ni a la British ni a Total. Simplemente, porque no las maneja Juanpa.

Este análisis lo podríamos afinar y podríamos proyectar algunas de sus cifras componentes. Pero no hay para qué. Santos recibió una economía sólida, en crecimiento, y nos devolverá una quiebra pavorosa. Y todavía tienen la desfachatez de hablar de las 3 y las 4 G. ¡Y de la economía del postconflicto!