Ha llegado ese momento especial del año cuando es tiempo para la reflexión, unión familiar y algo de melancolía. Los recuerdos se entrelazan con los preparativos para la cena de Navidad, para la llegada de un Año Nuevo o simplemente para el inicio de un merecido descanso. Como sea que celebremos o no, esta época es especial.

Para algunos llega cargada de recuerdos, obligaciones y sobresaltos, otros se la toman más suave y la viven con mayor recogimiento; lo que sin duda es primordial, la familia. Esos seres que nos han acompañado durante nuestras vidas, con los que hemos compartido y compartiremos nuestros caminos.

Este es quizás el mejor momento para centrarnos en todas las bendiciones que hemos recibido durante este año, agradecer por todo aquello que logramos y centrarnos en las cosas que conseguimos culminar, las metas que alcanzamos e incluso los retos que nos quedan por delante. La esperanza y la ilusión se convierten en motores importantes para el bienestar.

Reconocer y valorar, las personas que nos han apoyado, aquellos que nos escucharon y nos dieron una voz de aliento, los que nos mostraron el camino, aquellos que nos entregaron un hombro para nuestro soporte y los que exigieron lo mejor de nosotros. Observar todo lo positivo que circunda nuestras vidas. Evaluar nuestras acciones buscando mejorar sin juicios duros hacia nosotros mismos simplemente con el ánimo de transformar lo negativo en positivo, recordando que todos y cada uno de nosotros hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos, es parte de la misión.

Es hora de dejar los juicios a un lado y comenzar a valorar todo cuanto nos rodea, uno de los secretos de la felicidad es reconocer, disfrutar y agradecer todo cuanto tenemos, este es el momento preciso para comenzar a construir felicidad, ayudados por esa receta basada en el agradecimiento. Ser amables con nosotros mismos y permitirnos errar es fundamental para lograr avanzar emocionalmente.

Disfrutar el momento y estar presentes en el presente, dejar de lado las grandes expectativas y los compromisos innecesarios, para atender aquello que le da valor a nuestras vidas, como son los seres amados y los momentos que construimos con ellos. Valorar el tiempo que tenemos para descansar y disfrutar de cosas simples como una buena cena, una grata compañía e incluso un buen libro o una conversación.

La felicidad es un ejercicio personal, pero esta época del año, invita a la reflexión y a la construcción de esta en familia y, a pesar de haber pasado por momentos duros y difíciles, es el momento de contar nuestras bendiciones y reconocer los regalos positivos que nos ha brindado la vida.

¡Que estas fiestas lleguen cargadas de bendiciones para todos! Feliz y próspero Año Nuevo 2016.

Sandraleventhal@yahoo.com