Continúo con el seguimiento a los deseos que hace un año formulamos desde Barranquilla Cómo Vamos para nuestra ciudad; ahora con la esperanza de que los Reyes Magos nos den el empujoncito y se hagan realidad. Pedimos: “que la contienda electoral de este año no sea tan aburrida, tal y como pinta. Que surjan liderazgos de todos los sectores y de todas las corrientes, que eso es lo que le pone picante a la democracia”. Muy poco que decir: repetimos fórmula en gobernación y alcaldía. Frente al tema de liderazgos, y ante las críticas por la continuidad del gabinete distrital, cabe anotar que en sí mismo este no es un factor negativo, pues la continuidad en los equipos y las buenas gestiones son escenarios deseables. Sin embargo, la ciudad necesita consolidar procesos como la calidad en los servicios de salud y educación que todavía no alcanzan los niveles deseados, a pesar de los avances obtenidos en los últimos años. Se requiere contundencia en sectores como movilidad, infraestructura y planificación del desarrollo urbano, que no dan chance a la improvisación y requieren de la mayor experticia y trayectoria en quienes lo lideran.
Los nuevos liderazgos se pueden fomentar si la ciudad avanza hacia un modelo de gestión pública descentralizada de verdad (otra uva que se perdió en la lista de deseos del año 2015); para ver si los ciudadanos nos estrenamos en la práctica de la democracia participativa, y los alcaldes locales, ediles y juntas de acción comunal dejan de ser figuras decorativas en el ejercicio del poder. Nos quejamos del centralismo a nivel nacional pero reproducimos esta práctica en lo local; y la ciudad incurre en un gasto nada despreciable sosteniendo a una burocracia poco útil. La pasada administración pasó de agache en este tema, la nueva, con un discurso más popular debe definir si lo de la participación ciudadana es eso precisamente –un discurso– o si le apuesta en verdad a un modelo en donde lo local juegue un papel importante en la toma de decisiones y en el manejo de los recursos públicos.
Y termino esta columna con el último deseo recalentado del 2015, uva que espero no se pierda: “Que haya un resurgir de la sociedad civil organizada, vigilante y al cuidado de lo público”. Independientemente de la buena gestión de los gobiernos, se necesitan contrapesos para equilibrar el ejercicio del poder.
Recuerdo un cuento de hadas danés, que leía y releía en mi niñez: El traje nuevo del emperador. Un rey se hizo vestir por un par de sastres con una prenda que decían tenía la especial capacidad de ser invisible para los estúpidos. El rey, incapaz de reconocer su aparente estupidez salió desnudo a lucirla ante todos, y obviamente todos con vergüenza de no poder verla, y temor a quedar en evidencia, lo elogiaban y alababan. El final se los dejo de tarea, Google les ayuda.
Un poderoso mensaje tiene esta sencilla historia: no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad. Los modelos y programas son susceptibles a mejoras, y Barranquilla tiene mucho camino por recorrer en la senda del progreso social. Nos corresponde a todos pedir cuentas, cuestionar, preguntar, criticar y exigir más. Lo bueno es enemigo de lo mejor. Y el consenso es deseable, pero no siempre lo más conveniente.
@rochimendozam