Desde hace un buen tiempo, la directora nacional del ICBF, Cristina Plazas, viene siguiéndole la pista a esos descarados funcionarios y miembros de fundaciones que, sin el más mínimo reato de conciencia, se han venido robando los fondos destinados a la alimentación de los niños pobres de este país. Bien por ella, que sabe que contará con el apoyo de toda la ciudadanía que ha visto con horror lo que sucede con esos programas gubernamentales dirigidos a los menores de edad que más lo requieren. Son muchas las reflexiones que estas primeras capturas permiten plantear pero, sin duda, una de las más significativas es que este escándalo empieza en Barranquilla, donde inclusive, hasta ahora, está comprometida una exdirectora del ICBF en esa regional.
La primera consideración tiene que ver con la política. Como se reconoce, la capital del Atlántico es el gran fuerte de Cambio Radical, en la cabeza del alcalde Álex Char, quien hábilmente ha extendido sus influencias en varios departamentos de esta región, precisamente con gobernadores y alcaldes muy cuestionados. Como si el manto de duda que existe sobre esta manera de hacer política no fuese suficiente, Las 2 Orillas acaba de publicar que las personas involucradas en este escándalo del ICBF Barranquilla han sido cuota del representante Luis Eduardo Díaz Granados, coequipero del senador Arturo Char. Es decir, todos los involucrados pertenecen a Cambio Radical. Súmenle a La Guajira, Cesar, Magdalena, etc., nada menos que el robo del dinero destinado a la alimentación de los niños.
La segunda consideración tiene que ver con el esquema gubernamental de contratar operadores que, sin el menor costo político, hacen con demasiada frecuencia ferias y fiestas con los dineros públicos, y que, gracias a las recomendaciones de los políticos, son los que manejan estos programas. Es la nueva modalidad que ha enriquecido a un número muy considerable de ciudadanos sin escrúpulos, recomendados por los políticos, con el beneplácito del gobierno. En este capítulo del ICBF están los Char, Díaz Granados y Cambio Radical, cuyo máximo jefe es el vicepresidente de la República.
La tercera consideración tiene que ver con la forma como opera la política social del Gobierno. Después de experiencias tan dolorosas como la del ISS, capturado en su momento por los peores políticos del país, ahora resulta que, lejos de sacar a la politiquería de este tipo de programas dirigidos a beneficiar a la población pobre, se ha generalizado el dominio de estos caciques sin el control del Estado necesario y que exige todo manejo de recursos públicos. Resultado: aumenta el gasto social para fortalecer a esa clase politiquera y mediocre que tiene el país, y en particular la Región Caribe. Y a sus operadores no les cabe un peso más.
Esto de robarse la plata dirigida a los niños solo es propio de una sociedad donde la corrupción de la clase política y de sus secuaces es aceptada como un mal necesario. Empezó en Barranquilla, supuestamente con los mejores líderes políticos y desde donde se cocina la próxima presidencia de Colombia. Pero, cómo pueden ser considerados como líderes de alto calibre aquellos que propician semejantes atracos que acaban con la posibilidad de futuras generaciones de tener una mejor calidad de vida. Señores de Cambio Radical, ustedes acaban de pelar el cobre, más de lo que lo habían hecho con sus candidatos en las pasadas elecciones.
Con esa manera de gobernar, ¿Colombia tendrá un verdadero cambio hacia una sociedad justa, democrática y equitativa?
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