La abismal diferencia entre la atención que han recibido los atentados en Bruselas, frente a los hechos de terror ocurridos en Lahore es el avalúo de las vidas para la sociedad internacional. Es increíble cómo dentro de países como Colombia, que están bastante lejos de Bélgica, los mensajes de solidaridad, las banderitas y los pésames fueron fuerte tendencia, incluso a pesar de la dispersión propia de Semana Santa. Contrario sensu, el atentado suicida que tuvo lugar en Lahore, la ciudad pakistaní, no generó la solidaridad y la empatía de toda la sociedad internacional, a tal punto que la tendencia no fue los mensajes de apoyo para Pakistán, sino la crítica de algunos que señalaron la diferencia en el impacto social que tuvieron los atentados en Bruselas, en comparación con el de Pakistán.
Una teoría que ha sido llamada por algunos medios como “La jerarquía de la muerte”, a partir de la cual se esbozan diferentes causas que dan lugar a esta injustificada diferencia entre unas y otras vidas, solo sirve para demostrar que a los medios, como principales agentes influenciadores, son los primeros en discriminar, y darle mayor valor a la vida de los europeos frente a la de los pakistaníes. Pues bien, según esta teoría que parecería explicarlo todo, los medios no le darían tanta importancia a las noticias ocurridas en países como Pakistán, en tanto no se cuenta con corresponsales o enviados especiales en tales países ¿Qué tal si en vez de escudarse en esa falsa excusa empiezan a darle importancia a lo que sucede en estos países y les pagan a corresponsales propios para garantizar una buena cobertura?
Esta excusa inaceptable de “la jerarquía de la muerte” lleva a una conclusión aún más lamentable, y es que a los medios de comunicación que informan sobre noticias internacionales ni siquiera les interesa conocer con certeza lo que sucede en estos territorios, por lo que se conforman con la vaga e imprecisa información que puedan dar las agencias de noticias.
Ahora, si bien los medios no han cumplido con el deber de cubrir estos sucesos de igual forma, lo cierto es que la sociedad internacional conoce las cifras y las víctimas letales que dejaron los atentados tanto en Bélgica como en Pakistán, y a pesar de ello, las 72 personas muertas y los 359 heridos que dejó el atentado suicida en Lahore no despertaron la indignación y la solidaridad que debería ser esperada. Es entendible que exista una mayor proximidad con las víctimas de Bélgica, pues como bien lo precisó Jaime Rubio Hancock en su reciente análisis para El País, algunas personas tienen amigos, conocidos o connacionales que viven o trabajan en Bélgica, y muy pocos en Pakistán, lo cierto es que lo que se amenaza es la vida humana, por lo que sin importar la ubicación geográfica del atentado, la atención, cobertura e indignación deben ser iguales.
@tatidangond