Mientras continúa el goteo de casos de evasión fiscal revelados por la publicación de los Papeles de Panamá, se celebra este jueves en Londres una cumbre internacional para luchar contra la corrupción. Es la primera cita de este tipo y fue convocada por el Gobierno británico antes de la revelación de la filtración del despacho panameño de Mossack Fonseca. De hecho, las autoridades de Panamá, curiosamente, no fueron invitadas a la reunión, como tampoco lo fueron las de las Islas Vírgenes Británicas, la colonia de la corona donde opera la mayoría de las empresas montadas por Mossack Fonseca.
Entre los asistentes destacan el presidente Juan Manuel Santos, el secretario de Estado de EEUU John Kerry y la directora del FMI, Christine Lagarde. También participan Muhammadu Buhari y Ashraf Ghani Ahmadzai, los presidentes de Nigeria y Afganistán, “dos países increíblemente corruptos”, como comentó el primer ministro británico David Cameron a la reina Isabel, sin percatarse de que le estaban grabando las cámaras. No le falta razón, pero sus palabras también revelan la hipocresía con la que los dirigentes occidentales suelen enfocar el grave problema de la corrupción en el mundo, y no solo porque el nombre de Cameron aparezca vinculado con los Papeles de Panamá.
La existencia y prosperidad de los paraísos fiscales hubiera sido imposible sin el apoyo, por lo menos pasivo, de los países occidentales durante décadas, hasta que se dieron cuenta de la enorme sangría que suponía la elusión –legal– y evasión –delito– fiscal para sus arcas públicas. Con motivo de la cumbre de Londres, 300 renombrados economistas, entre ellos Thomas Picketty, Jeffrey Sachs o el execonomista jefe del FMI, Olivier Blanchard, han manifestado en una carta coordinada por la ONG Oxfam que “los paraísos fiscales no aportan ningún valor al bienestar o la riqueza global, puesto que carecen de un propósito económico útil”.
Tras el escándalo de los Papeles de Panamá, los líderes quieren ponerse la pilas. Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España acordaron la interconexión de sus registros de empresas, entre otras cosas. Y George Osborne, el ministro de Hacienda británico, ha propuesto crear una “lista negra mundial” de paraísos fiscales y sanciones contra ellos. Haría bien en empezar en casa, ya que una tercera parte de estos territorios opacos, según Oxfam, son colonias de su Graciosa Majestad. El presidente Buhari contestó al descuido de Cameron que enormes cantidades de dinero negro de su país acaban invertidos en la City londinense o el boyante sector inmobiliario de la capital británica, que garantiza total opacidad.
También Kerry debería explicar qué piensan hacer en EEUU con el Estado de Delaware, uno de los paraísos fiscales preferidos por las multinacionales. Igual es mucho pedir. Según informó The Times, se han eliminado algunos puntos controvertidos del borrador de la declaración final de la cumbre. Por ejemplo, el de apoyar a la prensa para destapar casos de evasión fiscal.
@thiloschafer