Hace poco recibimos la trágica noticia relacionada con un nene de dos años que había sido devorado por un cocodrilo. No tenía detalles del infausto episodio pero de inmediato pensé en varias cosas. ¿Dónde estaría el niño? ¿Descuido de sus padres? Me empiezo a enterar: la tragedia ocurrió en Orlando, en los jardines de un lujoso hotel del área, de la mano de sus padres quienes lucharon con el reptil mientras arrastraba a su presa a la extensión de agua que integra un lago artificial; la familia compartía la presentación de una película al aire libre, evento organizado por el hotel.
Viendo así las cosas entiendo que no había mayores factores de riesgo salvo que, sin saberlo, había un peligroso animal al acecho a pocos centímetros de la gente, camuflado en el agua y oculto por la oscuridad. Y no era un perrito bravo, no señor, era un saurio capaz de destrozar en instantes a animales salvajes y de mayor tamaño que un bebé de dos añitos. Esas bestias pululan en muchas partes pero tienen su paraíso en la Florida donde son protegidos, cuidados y cultivados, a pesar de la amenaza latente que ofrecen.
Orlando es también el paraíso de los niños y los peligros conocidos deben ser eliminados de forma que la seguridad impere. Hace unos días circulaba un vídeo de un cocodrilo de más de 5 mts de largo que se paseaba orondo por un campo de golf mientras era filmado por espontáneos cercanos. Son conocidos y más comunes de lo que se piensa los ataques de estos feroces animales y no pasa nada. Reflexiono que como a las culebras...duro y a la cabeza. Prefiero atentar contra el ecosistema a que me muerda una serpiente o me dentelle una babilla. Animales de ese nivel que comportan un riesgo mortal deben estar en parques naturales a donde la gente concurre a su riesgo.
Igual pasa con los fanáticos, dementes armados. Sin ánimo de entrar en debates con la asociación del rifle americano, deberían existir sitios donde el porte de armas sea absolutamente prohibido. ¿Qué hace un afgano americano con un AR-15 en una disco y menos en Orlando? ¿Qué tal que se hubiera metido en Magic Kingdom, tal como lo había pensado? Un rifle de asalto de esas características es infinitamente más dañino que 10 cocodrilos y ahí la tragedia hubiese sido inimaginable. El tema se repite en Dallas, en Baton Rouge con francotiradores que asesinan a policías.
Tampoco es llegar al extremo ridículo nuestro de prohibir en todo el territorio Colombiano el porte legal de armas. Creo que deberían existir áreas, lugares en donde sea absoluta la restricción pero hay zonas donde es elementalmente obvio que las personas de bien tengan la oportunidad de ampararse de los malandrines que proliferan en Colombia, más que los cocodrilos en la Florida.
Ninguna necesidad tiene un ciudadano de la calle para portar, orondo, un rifle de asalto o la ametralladora de Rambo; sin embargo es entendible que un padre de familia por seguridad guarde un 38 en su gaveta. No se vulnera ningún derecho si erradicamos de los centros urbanos y de cualquier forma, a todos los animales que pueden atacar a la gente; al contrario, protegemos nuestra legítima existencia, la cual prevalece. Como casi siempre nada es blanco o negro y hay que buscar un justo medio. Encontrarlo es lo difícil pero tenemos que hacer todos los intentos.
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