La crisis diplomática y comercial en la frontera colombo venezolana se ha constituido en la ventana mediática para que el tema de fronteras se visibilice. Usualmente, en momentos de crisis en la frontera los gobiernos centrales actúan, en su gran mayoría, de forma unilateral, pretendiendo resolver un problema que se origina en el encuentro de dos países, con soluciones parciales restringidas a la zona del límite hacia adentro.
Por lo general, los acuerdos de integración económica con Venezuela han carecido de políticas detalladas y de ciertas provisiones acerca de la movilidad de factores entre los habitantes fronterizos. Comúnmente, se ha recurrido más a una dinámica de lanzar culpas entre los gobiernos antes de generar estrategias conjuntas para resolver las problemáticas existentes.
Un elemento que ha marcado de manera directa la gran polarización que caracteriza a la frontera es el mantenimiento de unas relaciones económicas no formales por parte de los habitantes de lado y lado. La alta tasa de informalidad en ambos lados del límite fronterizo y la gran diferencia de precios para productos básicos de la canasta familiar, originan una dinámica económica que puede estar enmarcada en la legalidad o en la ilegalidad (contrabando), de manera que la pretendida coordinación política contenida en los acuerdos comerciales entre gobiernos, sea irrelevante a los pueblos.
A esto se le adiciona el hecho de que en los municipios fronterizos colombianos, la base de la economía ha sido asignada de manera completa a las relaciones comerciales que se puedan generar con la región fronteriza venezolana, en muchos casos sin generar oportunidades de empleo. Es decir que no se han establecido de manera clara oportunidades de desarrollo para los municipios fronterizos colombianos sin pensar únicamente en la dependencia de sus relaciones comerciales con las zonas fronterizas venezolanas.
Este factor es tan marcado que puede evidenciarse en el hecho de que cualquier operativo establecido desde el gobierno central para frenar el fenómeno comercial que se registra en la frontera, ha producido en muchas ocasiones el desplome de la “estabilidad” económica que pueden llegar a alcanzar algunos municipios fronterizos a través de este proceso.
Esta situación ha resultado palpable con lo acontecido en la economía de Norte de Santander (Cúcuta) y de La Guajira (Maicao). Desde el cierre de la frontera por parte del gobierno venezolano, los habitantes de estos municipios han enfrentado múltiples problemas económicos y la solución de los mismos, en parte, la realizan aprovechando las oportunidades de ganancia al comprar mercancías en un lado de la frontera y revenderlas al otro lado, lo que da cuenta de la enorme volatilidad del comercio fronterizo.
*Profesor del IEEC, Uninorte. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de El Heraldo.