Corren los últimos días del mes de abril de 2017. Sesiona el Tribunal Especial de Paz #19, presidido por el Honorable Diosnosdá Mediobiche, juez internacional designado por el Secretario de la ONU, quien junto con los Honorables José de Jesús Petaqui y María Feilpa Hinestroza, ilustres jurisconsultos seleccionados por el Gobierno Nacional, se reúnen para evaluar las actuaciones del dirigente de las Farc Pantaleón Rodríguez Pieza, conocido anteriormente como Pantachenco, durante los últimos 7 años miembro del secretariado y los anteriores 23 años, jefe del frente 039.
El evento judicial se rige por las estrictas y especiales reglas del Acuerdo de La Habana suscrito por las partes el pasado 24 de agosto de 2016. Por ello, luego de una rápida presentación de togados y evaluado se inicia el proceso con la lectura de sucesos que podrían cargársele a la responsabilidad del evaluado. Son 65 violaciones a menores de 14 años, 116 dados de baja, 79 secuestros, 933 extorsiones, la exportación de 23,506 kg de pasta de coca y la destrucción de solamente 14 puentes de concreto.
El defensor de oficio inicia su intervención acudiendo a tratados, jurisprudencias y doctrinas relativas al tema, pero antes de extenderse, el evaluado, Sr. Rodríguez Pieza, pide la palabra y con lágrimas en los ojos se pone de rodillas, eleva los ojos al cielo y entre gritos y sollozos reconoce los sucesos que se le indican, aclara que todo lo hizo en busca de una mejor justicia social y solicita perdón a las víctimas por sus posibles errores.
El fiscal acusador, sostiene que el evaluado debe ser castigado de todas formas por sus acciones irregulares y pide la pena máxima contemplada en estos casos. El tribunal solicita un receso, examina el código penal especial por el que deben regir sus decisiones y acoge la solicitud del acusador, quien espera juicioso y paciente el laudo especial.
El presidente pide orden en la sala y se dispone a leer el veredicto final: Se condena al Sr. Pantaleón Rodríguez Pieza a 16 largas semanas de trabajos forzados durante las cuales estará obligado a: 1-cambiarle los pañales a los 63 huérfanitos del albergue de Puetascoy -sanción restaurativa- 2- le será retenido el pasaporte para que no pueda salir del país y 3-no podrá realizar actividad proselitista ninguna en pos de obtener más curules a las que ya tiene derecho el partido de las Farc, de acuerdo al convenio suscrito en La Habana que fue avalado por el Sí de 4.683.377 colombianos en el plebiscito del 28 de noviembre pasado.
El contrito, acongojado, sentenciado y reincorporado a la vida pública, se retira de la sala, sale a la calle donde lo esperan 8 acompañantes que no son otra cosa que agentes de la Agencia de Seguridad del Estado, quienes lo llevan hasta una camioneta blindada nivel 5 en la que se dirige a un apartamento de Las Torres del Parque, el nuevo lugar de su blindada y protegida residencia; en donde mensualmente recibe el estipendio convenido con el Gobierno para su decorosa manutención.
Esto se repetirá con variantes adjetivas y será el comienzo de una nueva etapa de reivindicación, perdón y olvido que, gracias a la generosidad de unos colombianos, a la apatía y aburrimiento de otros más y a la hipocresía e ignorancia de muchos podrá ser el lugar común de convergencia de nuestro país. ¡Que Dios nos acompañe!
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