Como todos los años, el pasado 11S nos hizo recordar la barbarie de los terroristas que tumbaron los edificios del Word Trade Center (WTC). También recordamos que en la construcción de estos rascacielos se expusieron muchos obreros a un material que ahora se reconoce como cancerígeno pulmonar: el asbesto. Pero, en junio de este año, nuestros Congresistas, ignorando esta toxicidad del asbesto y argumentando que en el país no existían estudios suficientes, hundieron el proyecto de Ley 97/2015 que buscaba prohibir la extracción del mineral y su comercialización. Entonces, este producto se mantiene vigente en el comercio nacional con la justificación de que su “uso seguro” evita cualquier enfermedad en los trabajadores, e inclusive, alrededor de las fábricas que lo manufacturan, sin pensar en el sabio principio de precaución, conforme al cual cuando existan indicios de peligro y daño grave en una sustancia, se debe pensar en suspenderla e impedir su comercialización. Desde 1989 está prohibido en Estados Unidos y los países europeos.

La fibra de asbesto es un material muy fino que se introduce por la respiración y desarrolla varias enfermedades pulmonares con el paso de los años. Es así como ahora están descubriendo que los obreros que construyeron el edificio WTD están afectados, y así también se espera que después de varios años de los derrumbes terroristas del WTD, aparezcan afectados por el polvillo que se generó con la destrucción. La recordación de los sucesos en las torres WTC nos pone a pensar en los centenares de socorristas que se expusieron a la destrucción y a aquellos que ya están en tratamiento médico por su exposición al polvo de asbesto.

En febrero del año 2014 se produjo en Helsinki una declaración internacional (OMS,OIT) sobre las enfermedades causadas por el asbesto en sus diversas modalidades cristalográficas, donde se solicitaba a todos los gobiernos y entidades de salud, prohibir la minería, el procesamiento, la manufactura y su uso de todas las clases de asbestos existentes y se promovía la búsqueda de material sustitutivo; además, que se tuviera especial cuidado (Principio de Precaución) en la remoción de techos y paredes y en el manejo de residuos de asbesto de estructuras existentes. La ‘asbestosis’ y otras complicaciones pulmonares y pleurales derivadas de la exposición humana a las fibras demoran en presentarse. La Declaración de Helsinki solicita a los gobiernos prohibir la minería, procesamiento, manufactura y uso de toda clase de asbesto, espera que se tenga mucho cuidado en el manejo de residuos y se promueve la búsqueda de materiales sustituyentes. Esta declaración exige informar oportunamente a todos los que han trabajado con asbesto en los últimos cincuenta años. Existe evidencia concreta de que, en todas sus formas y aún en dosis bajas, está asociado con el riesgo de cáncer en pulmones, pleura y laringe. Actualmente, sesenta países tienen prohibido el uso de asbesto. La aparición de la enfermedad seguirá hasta mediados del Siglo XXI, dicen los científicos. Con todos estos antecedentes y por precaución, los senadores colombianos han debido aprobar este proyecto de Ley.

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