Aquellos que creen saber todo acerca del béisbol están muy equivocados. De este deporte aprendemos todos los días, dentro y fuera del terreno. Esta Serie Mundial está dejando mucha historia, empezando porque nunca antes se habían enfrentado dos equipos con tantos años sin ganarla. Los Cachorros suman 108, mientras que los Indios acumulan 68. Es increíble ver a organizaciones de tradición con tantos años sin ganar.
El escenario no podía ser ajeno a esta situación, un Wrigley Field con 102 años de construcción, donde han desfilado los mejores peloteros en la historia de Grandes Ligas. Una afición ávida de postemporada y especialmente de Serie Mundial. Un equipo que ha logrado combinar una juventud talentosa con veteranos exitosos que los han llevado a este punto.
Pero en este momento todo queda atrás, la historia, los récords, los favoritismos. En el terreno todo cambia. Y los Indios de Cleveland, sin ser los favoritos, han demostrado que tienen la capacidad suficiente para dar el golpe final. Por eso considero que Terry Francona hará hasta lo imposible en el juego de esta noche para evitar que se llegue a un séptimo y definitivo encuentro.
El domingo vimos a un Aroldis Chapman enorme en el montículo, tomando la bola desde el séptimo, mantener la diferencia a favor y salvar de manera extraordinaria su primer juego en Serie Mundial. Aunque los Indios lograron transitar por las bases, Chapman se mantuvo enfocado en dominar a los bateadores y lo hizo.
Por otra parte, Joe Maddon me sigue dejando dudas en su manera de dirigir en esta Serie Mundial. Aquí hay que buscar cómo anotar desde temprano y está dejando que su equipo se apriete, es decir, se coloque en una situación incómoda, porque no está moviendo los corredores, no toca la bola. No está jugando como dice el famoso “librito” del béisbol, por eso me deja dudas. Pero faltan dos juegos y puede hacerlo.
La ventaja que le observo a Chicago es que tiene dos abridores de primera línea para rematar los dos juegos que faltan, a diferencia de Cleveland, que tiene solo uno y viene con tres días de descanso.
Cleveland, como siempre lo he dicho, es buen equipo, y Chicago no se puede descuidar en los pequeños detalles.
Señores, la cabra agoniza, pueden sepultarla en Cleveland, pero también se puede escuchar una voz que le diga: “¡levántate y anda!”.