Sobre el término “bollos” para aludir en la Costa a mujeres hermosas, al que me referí la semana pasada, Hernando Pacific, columnista de El Informador, me dice que viene de Cuba, pues en los años cincuenta allá a las mujeres les decían “pollos” (como en la canción Las muchachas, de la Sonora Matancera), y que luego la palabra derivó en “bollos”.

Pregunta: ¿Si a las bonitas se les dice “bollos”, por qué a las feas se les dice “cueros”? Camilo Martínez, Barranquilla.

Respuesta: Al investigar, encontré que a comienzos del siglo XVII, en un punto despoblado de la isla La Española se contrabandeaba cueros vacunos. Los europeos que los adquirían, aprovechando la escasez de mujeres en la zona, los pagaban con prostitutas que llevaban desde Europa. Mientras más atractiva fuera la prostituta, más cueros había que dar por ella. Si esta era horrible, se decía “esa mujer vale un cuero”, expresión que se transformó en “esa mujer es un cuero”, lo que traduce “esa mujer es muy fea”. En realidad, “cuero”, referido a la mujer, roza la ambigüedad, pues en distintos países tiene significados opuestos. El diccionario de la Academia registra que en Colombia, Costa Rica y Puerto Rico es “mujer avejentada y fea”, y que en Honduras, Guatemala y México es “mujer guapa y atractiva”.

P.: Un ministro español saludó a los “miembros y miembras” del Congreso. ¿Es correcto? Luis Gil, Bogotá.

R.: No lo es. Para combatir lo que se considera discriminación, hay una tendencia al uso de vocablos femeninos al lado de sus correspondientes masculinos. Eso, que es un vicio del lenguaje pues equivale a expresar algo con más palabras de las requeridas, resulta empobrecedor, artificioso y cursi. Existe un “género común” que, al englobar a hombres y a mujeres, se refiere a la condición humana. Por eso, si decimos “el hombre es un ser racional”, estamos diciendo que el hombre y la mujer son racionales. Cuando Jesús dijo: “Dejad que los niños vengan a mí”, con seguridad no dejó a las niñas por fuera. Por ahí leí que si eso no se corrige podríamos llegar a expresar la frase “el perro es el mejor amigo del hombre” de la siguiente manera: “El perro y la perra son el mejor amigo y la mejor amiga del hombre y de la mujer”.

P.: ¿De dónde proviene la expresión “estar entre la espada y la pared”? Alberto Díaz, Barranquilla.

R.: En épocas en que abundaban los espadachines, cuando uno de ellos ponía a su rival entre una pared y la punta de su espada al último solo le correspondía la muerte o pedir clemencia, un dilema complejo. Hoy se emplea para describir el aprieto que implica escoger entre dos opciones, decisión que siempre contrariará algo o decepcionará a alguien. Por ejemplo: “Mañana el Junior jugará la final y quiero ir al estadio, pero a la misma hora mi suegra celebrará su cumpleaños. Estoy entre la espada y la pared”.