Este 7 de diciembre los copropietarios del Centro Urbano Las Acacias conmemoran las bodas de oro del conjunto, congratulados de haber podido convivir durante medio siglo — unos más que otros — en este singular hábitat urbano, único en Barranquilla por su distribución espacial y calidad de sus espacios verdes y colectivos. Financiado por el Banco Central Hipotecario cuando se subsidiaba la oferta de vivienda económica a familias de profesionales de ingresos medios, fue diseñado por el Arq. Manuel De Andréis y construido por la empresa INAR Ltda., conformada por los ingenieros Boris Rosanía, Jaime Pumarejo y el mismo arquitecto De Andréis.
El conjunto se desarrolló en un lote de 5.600 m2 sobre la carrera 45 entre calles 69 y 70, en el que se implantaron cuatro torres de 8 pisos de altura con 16 apartamentos de 94m2 por torre. La zona de parqueaderos ocupa 1.000 m2 y los cuatro bloques solo 840 m2, destinando los 3.760 m2 restantes a zonas verdes, senderos y juegos infantiles.
Este conjunto multifamiliar partió de un criterio de agrupamiento y densificación apoyado en la noción de bloque en altura, uso de ascensores, aéreas sociales, zonas verdes comunes y parqueaderos colectivos: conceptos discutidos en los congresos del CIAM, (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) y en particular el de 1930, como postulados para afrontar el rápido crecimiento de las ciudades del siglo XX.
En Las Acacias se utilizaron — por primera vez en Barranquilla, de manera integral en toda la construcción—, elementos prefabricados de concreto reforzado para proveer componentes estructurales, como viguetas, plaquetas, parasoles, escaleras, articulándolas a la estructura básica de columnas y vigas principales.
La imagen final del conjunto de bloques resultó un tanto adusta: una geometría de rectángulos uniformes, la estructura de concreto a la vista, eliminación de cualquier detalle superfluo, bloques de arcilla cocida a la vista, ningún recubrimiento de superficie. Muy propio de un modelo conceptual, que hacía énfasis en la racionalidad del sistema constructivo como respuesta a la necesidad de bajar costos, aligerar los procesos y normalizar los elementos, propio del pensamiento arquitectónico del Movimiento Moderno de la posguerra, orientado a la producción masiva de vivienda. No obstante, los componentes prefabricados en sí mismos, por la calidad de sus acabados, se constituyeron en detalles arquitectónicos interesantes que le imprimieron carácter y personalidad a los edificios de Las Acacias.
Por primera vez en Barranquilla, se hizo un planteamiento urbano arquitectónico que se desprendía de la manzana tradicional y de su distribución predio por predio. El primer piso en Las Acacias está conformado por el espacio común que resulta del lote mismo, y en su interior se generan plazoletas, zonas verdes, jardines, juegos infantiles y una red de senderos peatonales que en su momento se continuaban con los andenes de la ciudad , — pues solo a finales del siglo XX, decidieron cerrar el perímetro —, lo que le imprimía un carácter particular al barrio y a la ciudad, pues modificaba su perfil urbano y rompía la monotonía de viviendas alineadas hasta la línea de construcción, típicas de las urbanizaciones tradicionales.
Cada bloque está constituido por dos apartamentos por piso que se articulan a un punto fijo de escalera y ascensor, cuyas fachadas más largas se orientaron, por un lado, al noroeste, aprovechando la dirección de los vientos alisios para ventilar las alcobas, y, por el otro lado, al suroeste, donde se proyectaron la sala y el comedor. Las fachadas cortas, cerradas y con las ventanas pequeñas de los baños, se orientaron al este y oeste.
El conjunto aún conserva una excelente calidad ambiental —fortalecida en el tiempo— con la frondosa vegetación que se ha desarrollado, demostrando así la validez conceptual de su planteamiento inicial. Los edificios han requerido poco mantenimiento y no han sufrido modificaciones o adiciones que distorsionen su arquitectura primigenia. A su vez, los apartamentos son muy demandados y pocas veces permanecen desocupados.
A mi juicio, esta experiencia exitosa de vivienda multifamiliar para familias de clase media, no se ha vuelto a repetir con igual éxito ambiental y social, hasta ahora, en Barranquilla.
*Arquitecto