La economía tiene múltiples y variadas áreas de influencia y no se restringe a la sección del noticiero que resume la evolución del tipo de cambio, la inflación, el desempleo o los recursos financieros. Ante la actual discusión sobre la propuesta de tren ligero LRT (Light Rail Transit, por sus siglas en inglés) para la ciudad de Barranquilla, vale la pena destacar que la economía y la experiencia internacional puede aportar a la discusión.
La economía del transporte es la rama de la teoría económica que se ocupa del sector transporte. Específicamente estudia el conjunto de elementos y principios que rigen el transporte de personas y bienes, y que contribuyen a la vida económica y social de los pueblos.
Desde esta perspectiva analítica no es posible hablar de movilidad de personas y mercancías sin relacionarlo con la planificación urbana, la modelación de las formas del territorio y la proyección sobre su expansión. Es decir no se trata solo de pensar qué medio de transporte utilizar, sino también la lógica bajo la cual se selecciona y las externalidades de esta elección.
Internacionalmente es aceptado que las sociedades modernas demandan una alta y variada movilidad, y que esto exige un sistema de transporte complejo y adaptado a las necesidades económicas y sociales que garanticen una forma económicamente eficiente y segura. Pero además, se requiere que estas propuestas sean también sostenibles. Y esto último implica un nuevo enfoque ecosistémico. Las ciudades requieren modelos de movilidad inteligentes en los que el sistema de transporte es sostenible en favor de la eficiencia económica (eficiencia y competitividad), de la salud ambiental y del bienestar de la población.
Con todo esto en mente el plan de un nuevo tren no puede estar desarticulado de la planificación global. La ciudad requiere un modelo de movilidad sostenible que implica procesos planificados y participativos que giren en torno a la modernidad y la flexibilidad, pero también que integre los demás sectores, como el energético; las dinámicas sociodemográficas y los procesos urbanísticos y territoriales que permita soluciones integrales y coherentes.
*Directoradel IEEC, Uninorte. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de EL HERALDO.