La periodista deportiva Andrea Guerrero tiene razón en temer que alguien se atreva a hacerle daño en sus apariciones en público, especialmente en el estadio. Lleva días de recibir avalanchas de odio en Internet, que incluyen amenazas de asesinato y de violación, hasta tipos que escarban en sus declaraciones de hace años, supuestamente para mostrarnos que “se contradice”. A pesar de todo el ruido, nadie ha podido rebatir realmente la queja de Guerrero: un jugador de fútbol que comete violencia de género no debe estar en la Selección, pues una violencia así es delito, no hace parte de su vida privada, y su presencia en la Selección nos dice a las colombianas que la dignidad de las mujeres no vale lo que un partido de fútbol.

Guerrero es una mujer periodista en un campo que suele estar dominado por hombres. No es la primera en sufrir este tipo de abusos; en México, varias periodistas deportivas lideradas por Marion Reimers, de Fox Sports, crearon la organización Versus, para combatir los estereotipos y la estigmatización que sufren las periodistas deportivas, y busca fomentar debates sobre la discriminación de género, clase y raza con el fin de mejorar los contenidos en el periodismo de deportes. Una de sus primeras campañas consiste en un video en el que varias periodistas deportivas se levantan, desayunan, salen para el trabajo, mientras en la pantalla salen los tuits que todas reciben en el cotidiano. Son tuits en los que las llaman “putas”, “tontas”, y les piden que “se encueren” o que “regresen a la cocina”. La defensa de los derechos de las mujeres y los deportes son dos de los campos en donde más se castiga la voz de las mujeres, la misoginia en Internet que ha despertado Andrea Guerrero lo confirma.

El acoso en Internet no es cosa menor, Guerrero dijo a EL HERALDO que se encuentra en “un estado de vulnerabilidad, siento temor, miedo, además que quedó demostrado que en Colombia no hay libertad de expresión”. Lo que su declaración nos dice es que este tipo de acoso tiene consecuencias físicas y emocionales para las víctimas y que es un acoso que tiene por objeto callar ciertos discursos, como los que defienden los derechos de las mujeres. Y para hacerlo se valen de ataques agresivos, como las amenazas que ha recibido Guerrero, y ataques pasivos, como el silencio de sus colegas, quienes, al callar, refuerzan la idea de que su reclamo es menor, superfluo o hasta irracional. Parece una locura que estemos dispuestos a disminuir y aplastar la voz de una persona con tal de disfrutar un partido de fútbol, al hacernos los de la vista gorda solo aumentamos la vulnerabilidad de Andrea Guerrero, y nos contentamos con un periodismo deportivo mediocre e indulgente, que termina siendo “el entretenimiento sobre el entretenimiento”. Un cambio depende de cada uno de nosotros, de una discusión social que tenemos que dar urgentemente, porque a las mujeres en Colombia las matan, y no nos enteramos, porque queremos más la alegría de un gol.

@Catalinapordios