Si se le puede creer al redactor político, todo comenzó con un trino del expresidente Pastrana que informaba sobre “la cordial y muy franca conversación (con el presidente Trump) sobre problemas y perspectivas de Colombia y la región”. El expresidente Uribe, a su vez, habló de “un encuentro social”, por “invitación de terceros”. Otro redactor político destacó en titular, que Trump había dado prioridad a este encuentro sobre el que está previsto con el presidente Santos para el 19 de mayo.
Quedó en la mente de los desprevenidos lectores, oyentes y televidentes que no se habían respetado las buenas formas de las relaciones internacionales; que Trump se había quedado con la versión Patrana-Uribe sobre los acuerdos de paz y que el encuentro Santos Trump de mayo se limitaría a lo formal, porque lo real se había conocido en la reunión del club de Miami.
Averiguaciones posteriores con personal de la Casa Blanca, que hace el seguimiento del presidente Trump, demostraron que la historia fue otra. Todo se había reducido a un encuentro casual en uno de los pasillos del Club Mar A Lago de Miami en donde Trump tiene uno de sus apartamentos.
Ese encuentro casual y fugaz se convirtió, según el entusiasta trino de Pastrana, en “una cordial y franca conversación”. Más preciso, aunque manteniendo el equívoco, Uribe habla de “un encuentro social”.
Columnistas, tituladores, redactores políticos, resultaron víctimas de una hábil manipulación informativa que les hizo creer que los expresidentes y el presidente de Estados Unidos se habían sentado a estudiar la versión opositora del proceso de paz colombiano y de la situación de Venezuela, y que esa conversación dejaba la cita oficial con el presidente Santos en un segundo y disminuido lugar.
Entre la versión Pastrana-Uribe de ese encuentro y la realidad contada por los testigos de la Casa Blanca hay una diferencia suficiente para concluir que se trata de una manipulación de los hechos similar a la que se ha hecho en otras ocasiones, con frecuencia tal, que se puede nombrar cómo el modus operandi característico del Centro Democrático, con el apoyo inconsciente, las más de las veces, de la prensa nacional.
Que los políticos mienten, es cosa sabida; pero que estas mentiras se hayan convertido en método habitual y legitimado por el uso, es lo nuevo y alarmante del caso, porque, en vísperas de las elecciones presidenciales, permite augurar un período preelectoral dominado por las mentiras.
Tradicionalmente la población ha entendido que su defensa contra las mentiras de los políticos y de los gobernantes está en la prensa. En un orden sano de las cosas, la prensa es el punto de equilibrio porque así lo impone la identidad profesional de los periodistas y porque su experiencia y ejercicio diario los habilitan para prestar ese servicio. Pero no está sucediendo así, como lo demuestra el presunto encuentro en el club de Miami.
Fue evidente el error de creer en los trinos y de convertirlos en noticia. Sé que me expongo a la suerte de los herejes pero afirmo que un trino no es noticia. Apenas si da un elemento escaso para una noticia, que debe ser completado y fortalecido. Y si se trata de un trino presidencial, debe ser objeto de toda sospecha, y esta se intensifica cuando se trata de expresidentes en trance electoral. Nada de esto se tuvo en cuenta en la información de este “encuentro”.
¿Por qué tuvo acogida esta noticia a pesar de su inconsistencia? Porque es la noticia que encaja dentro del estado de ánimo de los receptores de la información. Las personas no se informan con su inteligencia, lo hacen con su deseo.
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@JaDaRestrepo