La primera visita del presidente Donald Trump a Europa ha dejado una profunda impresión en el Viejo Continente, por no hablar de un desconcierto que no habían anticipado ni los más pesimistas. Entre las anécdotas por sus apretones de mano y otros desmanes, queda el rechazo frontal a acuerdos ya asumidos por todos –como la lucha contra el cambio climático– y la agresividad contra algunos países, en especial Alemania, con aquella afirmación en Bruselas de que “los alemanes son malos, muy malos”.
Mientras los exabruptos del presidente de EEUU ya casi no escandalizan a nadie, sí resultó sorprendente la sentencia de la canciller Ángela Merkel después de los encuentros con el mandatario norteamericano: “Los tiempos en que podíamos depender completamente de los demás están, hasta cierto punto, superados”, dijo Merkel en un mitin en Baviera. La frase tuvo una inusitada repercusión internacional y ya hay quien habla de un cambio profundo en las relaciones transatlánticas. Sin embargo, no es la primera vez que se tensa el ambiente entre Berlín y Washington. Sin ir más lejos, el idilio inicial con Barack Obama fue empañado por las escuchas de los servicios secretos estadounidenses a Alemania, incluido el teléfono de la propia Merkel.
En la década pasada, Gerhard Schröder, el canciller socialdemócrata y antecesor de Merkel, se alió con la Francia de Jacques Chirac contra la guerra de Irak promovida por George W. Bush y apoyada por Tony Blair y José María Aznar. Aquel “no a la guerra” influyó en la reelección de Schröder en 2002. Merkel estuvo entonces entre las voces que criticaban el oportunismo del canciller, que supo aprovechar cierto sentimiento antiestadounidense del electorado de centroizquierda en Alemania.
Por ello, precisamente, llama la atención que ahora sea Merkel, la líder de la Unión Democristiana (CDU), quien tensa la cuerda con el tradicional aliado de ultramar añadiendo que “los europeos tenemos nuestro destino en nuestras propias manos”, aunque luego volvió a reafirmar su vocación transatlántica. Y es que la CDU siempre ha sido el gran defensor de la importancia de mantener una relación privilegiada con Washington desde tiempos de Konrad Adenauer, el primer canciller de la República Federal de Alemania que nació de las cenizas del desastre nazi a mediados del siglo pasado.
No hay que olvidar que Merkel dijo esas palabras sobre los socios tradicionales de Alemania –dirigidas también al Reino Unido del brexit, por cierto– en un mitín político a cuatro meses de las elecciones federales. Obviamente, intenta vender la imagen tranquilizadora de una lideresa experimentada en tiempos inciertos. Dados los fuertes lazos culturales, empresariales y familiares entre europeos y estadounidenses parece impensable que se llegue a una ruptura de verdad. Pero, a lo mejor, Trump ha hecho sin querer un favor a Europa si esta finalmente redefine su papel en el mundo sin la dependencia del poder económico y militar de los aliados anglosajones.
@thiloschafer