Pregunta: Nací en Barranquilla, tengo 77 años, a los 15 me fui a Bogotá y desde hace 29 vivo en el exterior. Nuestra ciudad era la Arenosa, pero desde hace años le dicen Curramba. ¿Qué significa esta palabra y por qué ese cambio? Ignorante, n. d.
Respuesta: No ha habido cambio alguno porque Barranquilla sigue siendo la Arenosa. Como usted dice, también la llaman Curramba, rótulo al que alguien agregó ‘la Bella’, palabras que, en mi opinión, tienen un matiz cursi en este contexto. Sobre su origen, hay unanimidad. En los años cuarenta, el locutor y escritor barranquillero Juan Eugenio Cañavera, desde la emisora Nueva Granada, de Bogotá, además de noticias, leía telegramas que allá llegaban, y luego los destinatarios los oían. Los nombres de las ciudades de donde procedían se abreviaban: Honda era ‘Hon’, Manizales era ‘Man’, Barrancabermeja era ‘Barran–k’ y Barranquilla era ‘Barran–q’. Por esos años, en el habla de la Arenosa, por juego, se invertían las sílabas de las palabras; por ejemplo, ‘compañero’ era ‘ñerocompa’ (por eso a los barranquilleros nos llaman ñeros), y Cañavera, en sus transmisiones, para diferenciarla de ‘Barran–k’ comenzó a decir Curramba, la pronunciación inversa de la abreviatura ‘Barran–q’.
P.: García Márquez condenó los adverbios acabados en ‘mente’, pero en Cien años de soledad abundan. ¿Usarlos es un vicio del lenguaje? JATS, Barranquilla
R.: El no uso de esos adverbios no es un dogma; es un asunto de estilo que García Márquez acogió, del que podemos apartarnos máxime si consideramos que ellos, “acertadamente” usados, abundan en la literatura española desde la primera frase del Cantar del Mio Cid hasta la obra extensa de Borges. García Márquez no los condenó, pero sí dijo en su autobiografía que eran “un vicio empobrecedor”. En una entrevista para Los Ángeles Times afirmó: “El adverbio terminado en ‘mente’ es una solución demasiado fácil. Si buscas otra palabra, siempre es mejor”. También: “Antes de Crónica de una muerte anunciada hay muchos. En Crónica creo que hay solo uno. En El amor en los tiempos del cólera no hay ninguno”. Y en otra ocasión: “En mis últimos seis libros no he usado un solo adverbio de modo terminado en ‘mente’ porque me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales”.
P.: Le pregunté a una amiga por su novio, y me dijo: “Voy a zafarlo. Está en comisión en Panamá, y me llama demasiado poco”. ¿Es correcto ‘demasiado poco’? Lila A., Barranquilla
R.: No lo es, pues se trata de una expresión absurda en la que se funden dos contrarios. ‘Poco’, que traduce ‘casi nada’, es lo opuesto a ‘demasiado’, que es ‘abundancia excesiva’. Es muy conocido el cuento de quien por hallarse en mala situación económica, cuando le preguntaban cómo estaba, también, fundiendo dos contrarios, que acentuaban su ironía, contestaba: “Muy mal… ¡Con esta abundancia de escasez!”.
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