Fortalecer el autoabastecimiento energético y cumplir con la nueva obligación para el país de disminuir el contenido de azufre en el diésel fueron unas de las razones por las cuales decidieron ampliar la capacidad de refinación en Colombia.
En 2006 el país dio el primer paso al considerar que la empresa a cargo de tal propósito no debía ser Ecopetrol porque consolidaba cuentas con la Nación, lo que traía como efecto la ausencia de suficientes recursos para proyectos de expansión.
El segundo paso fue convocar, por parte de Ecopetrol, a cerca de 38 firmas a una subasta pública organizada por ABNAmro, para que ofertaran por el 51% de la naciente Reficar –Refinería de Cartagena S.A.– con el compromiso de que el ganador de la puja debía ampliar y modernizar la refinería y obtener la financiación para este proyecto. Al final se presentaron 4 firmas, pero solo Glencore y Petrobras con oferta económica; la primera ofreció cerca de USD320 millones y la segunda USD594 millones, pero ambas por debajo del mínimo que se había fijado en USD625 millones.
A las dos se les dio una hora para que mejoraran sus ofertas. Petrobras oferto USD595 millones y curiosamente, tal como quedó en el acta, Glencore se ganó la oferta con USD631 millones y con ella la obligación de cumplir lo acordado, dándose así el segundo paso.
El tercer paso ocurre en 2009. Glencore muestra altos niveles de endeudamiento y una baja en su calificación crediticia, a la que se le suma una situación económica mundial que no le favorece, obligándole a pactar una salida amigable. Por ello le vende a Ecopetrol por USD549 millones lo que había comprado por 631, pero que ya valía USD658 millones; además entrega sin pago unos inventarios de productos y una gran parte de la ingeniería, todo ello por un valor cercano a los USD100 millones. Pero Glencore ya había contratado la ingeniería básica y de detalle, la procura, la construcción y la mano obra calificada a Chicago, Bridge and Iron (CBI) y Ecopetrol se queda con el contrato.
Ecopetrol, y fue el cuarto paso, quedó como dueño absoluto de Reficar, situación que se refleja en la junta directiva. Esta cambia el proyecto original que tenía un presupuesto de USD2.800 millones a uno de USD3.900 millones, con el fin de aprovechar las sinergias con la Refinería de Barrancabermeja, y por esa vía aumentar la capacidad de refinación del país.
Al final el proyecto a cargo de Ecopetrol y Reficar, contratado con CBI bajo la modalidad de administración delegada, tuvo un costo de USD8.100 millones. Ese mismo sistema de contratación se utilizó para el proyecto de Cerrejón, a cargo de Morrison Knudsen, que tuvo un valor inicial de USD3.000 millones y terminó costando USD2.940 millones.
Por su parte, Petrobras, finalista de la subasta, terminó construyendo para la misma época la refinería de Pernambuco (Brasil): su valor inicial era de USD1.000 millones, pero en 2014, sin terminar y con varios años de atraso, ya iba en USD8.270 millones.
Por qué los colombianos llegamos a pagar USD8.100 millones por Reficar solo lo pueden explicar quienes aprobaron los desembolsos y debieron hacer el control del proyecto, pero decir que ese mayor valor se debió a la modalidad de contratación o que la refinería la debió construir otro está muy lejos de ser cierto.
@clorduy
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