El profesor Luis Miguel Bermúdez logró reducir a 0 el embarazo adolescente en el colegio Gerardo Paredes, en Suba, en donde antes había al menos 70 casos de niñas que daban a luz antes de graduarse de la institución. La estrategia de Bermúdez fue la apertura y la confianza en vez del miedo y la abstinencia.

Con los varones, empezó a notar que los adolescentes del plantel matoneaban a todos los que no se ajustaran a modelos tradicionales de masculinidad o de feminidad. Los jóvenes a quienes se les ponía en duda su virilidad, por cosas tan tontas como querer jugar Chicle Americano, se hacen más violentos y empiezan a tener sexo, incluso si no quieren o no se sienten preparados, para demostrar su masculinidad. Así es como muchos hombres en Suba, y en toda Colombia, tienen sus primeras experiencias con el sexo de manera prematura y muchas veces violentas, pues no son pocos a los que les pagan una ‘iniciación’ forzada con alguna trabajadora sexual. “Allí empecé a sospechar que la violencia de género y hostigamiento por orientación sexual no solo afectan a las mujeres y a la población LGBTI, sino que son dispositivos de control de la sociedad para mantener los sexos, esa fue mi epifanía y la hipótesis de la tesis de mi doctorado en educación”, dijo Bermúdez.

En cuanto a las adolescentes, Bermúdez observó que recibían mensajes encontrados: por un lado sus madres les decían que no debían quedar embarazadas, que debían estudiar y salir adelante, pero luego les soltaban cosas como que si quemaban el arroz no iban a conseguir marido y nadie las iba a querer. Muchas veces les decimos a las niñas y adolescentes de dientes para fuera que deben tomar mejores decisiones, pero al tiempo les estamos diciendo que su único destino posible es ser madres. Cuando Bermúdez les dejó a sus alumnos el ejercicio de buscar métodos anticonceptivos, muchas salieron regañadas en sus casas, les dijeron “calenturientas y prostitutas”.

Bermúdez encontró que en la raíz de estos problemas está la violencia de género, que esa violencia que la sociedad ejerce sobre las personas, para que se acomoden a esas ideas binarias y arbitrarias sobre lo que significa ser hombre o ser mujer. Y no solo eso, el profesor explora en los adolescentes cómo el colonialismo y el racismo también tienen efectos, pues muchas de nuestras rutinas de belleza están orientadas al ‘blanqueamiento’. Finalmente Bermúdez observó que la promoción de métodos anticonceptivos en Colombia no funciona porque viene desde el miedo y el regaño y no desde la defensa el placer, el placer de cuando se tienen relaciones sexuales de manera sana, consensuada y segura.

Bermúdez acabó de recibir el premio al Gran Maestro, de la fundación Compartir, y su sistema debería convertirse en canon en todos los colegios de Colombia.

@Catalinapordios